Que cada cuatro años el país se paraliza para ver la Copa del Mundo no es ninguna novedad, pero pocas veces hubo tanta ilusión con un equipo como la que generó la Scaloneta.

La relación con los hinchas es tan profunda que cambió el vínculo con varios jugadores -como Ángel Di María- que eran mirados de reojo y ahora son ídolos totales.

Lo llamativo dentro de este pandemónium que se vive en Argentina al comienzo de cada Copa del Mundo es que incluso la salida de los dos últimos convocados -Ángel Correa y Thiago Almada-, llamados de apuro ante la baja por lesión de sus compañeros, fue acompañada por hinchas que cantaban y gritaban alentándolos.