Uno de los jugadores que más demuestra sus sentimientos, lanzando insultos y protestas en voz alta, esta vez se cansó y plantó a su compañero por comilón.

Muchos dirán que el goleador ex Gimnasia y Boca tenía razón, amparándose en uno de los viejos preceptos futbolísticos de potrero: devolver el favor al compañero.

Cuando Pereyra Díaz remató tapado y la pelota rebotó en un defensor, el "tanque" se acordó de toda su parentela y se quedó tan desilucionado que abandonó la jugada, cuando aún podía tener destino de gol.

Como el equipo se llevó los tres puntos -con varias atajadas importantes de Marchesín- la calentura debe haber quedado sobre el campo de juego, pero si Quilmes hubiera alcanzado el empate... ¡la que se armaba en el vestuario!