Norberto Alonso fue un pionero, un adelantado en muchas cuestiones que más tarde se hicieron carne en el fútbol local, como no gritarle un gol a un exclub -lo inauguró marcando en el Monumental para Vélez contra el Pato Fillol y quedándose sentado mirando el piso, sin siquiera levantar los brazos-, lo hizo al ser el primero en besar la camiseta al anotar, el día de la pelota naranja, y también en hacer una despedida. Alonso hizo la primera de todos, en 1986.

De allí quedó una tradición en River que el tiempo fue mercantilizando y en los últimos tiempos jugadores como Rodrigo Mora -querido pero lejos de ser considerado un ídolo del club- tuvieron la suya.

Hablando con Oscar Ruggeri, a Leo Ponzio se le escapó el armado puramente comercial del evento.