A falta de nueve minutos para el final del partido en que Barcelona derrotó a River por 3-0 por la final del Mundial de Clubes, Javier Mascherano dejó la cancha para dar lugar al ingreso de Thomas Vermalen.

Mientras el jugador del elenco catalán se retiraba del campo de juego, comenzaron a bajar los silbidos desde las tribunas del estadio de Yokohama, que habían sido copadas por cerca de 20 mil hinchas "Millonarios".

El abucheo a Mascherano sorprendió debido a que se trata de un jugador surgido de las inferiores del equipo de Núñez y muy identificado con sus colores. Evidentemente consternado, después del partido, el jugador admitió que "no fue fácil" enfrentar a su ex club.

"Conseguimos algo muy importante, pero estoy aliviado de que ya pasó. Es muy incómodo. Uno está jugando para otra institución y está muy expuesto. Lo pensé toda la semana. traté de aislarme, de no pensar que el rival era River y de tomar el partido como cualquier otro partido que juego", dijo el mediocampista.

También recordó que la última que había enfrentado a River con otra camiseta no le había ido bien. Jugando para el Corinthians, Mascherano se había ido expulsado en el Monumental por una dura falta sobre Marcelo Gallardo, quien hoy es técnico del "Millonario".

Sobre los silbidos, señaló: "No me molestan. Sentí más el cariño de la gente y los gritos de aliento. Soy un rival y no pretendo tener trato especial. Los ídolos de River son los que jugaron hoy, los que lo llevaron hasta ahí. A mí me hubiese encantando hacerlo en su momento, pero yo no lo pude lograr".

"Hoy a mí me toca vivir otra realidad hoy, mañana no sé. Me toca defender una camiseta y estoy comprometido con este club. Me hubiese puesto muy mal errar, equivocarme o fallarle a la gente del Barcelona, que me ha dado toda su confianza", concluyó "El Jefecito".