El 2 a 1 con el que se llevó el triunfo Ferro ante Estudiantes en Caseros pudo haber tenido otro resultado si el árbitro marcaba el penal cuando un cabezazo fue detenido por una mano en el área visitante.

A partir de ahí se vivieron momentos de extrema tensión donde todo podía volar por el aire, con jugadores dispuestos a agarrarse a trompadas y siendo contenidos por sus propios compañeros, algunos otros que trataban de calmar las aguas, la bronca desatada contra la terna arbitral, y las plateas enardecidas y con ganas de saltar al campo de juego para repartir golpes.