El protagonista de esta emotiva historia es Santiago Fretes, un chico de 10 años que nació con una malformación genética y tiene una sola pierna. Es de Pilar, pero siempre se las arregla para que alguien lo lleve a Avellaneda para ver a la 'Academia'.

Se hizo famoso el pasado fin de semana, a través de una foto que se viralizó en la que le prestó una de sus muletas a otro chico para que puedan ver el partido juntos.  "Es mi amigo de la cancha pero no sé cómo se llama", dijo el protagonista y agregó "estábamos viendo que Milito estaba dando la vuelta y lo queríamos saludar".

Lo que hay que saber de Santiago es que el Ministerio de Salud de la Nación se había comunicado con su familia el año pasado para anunciar que se harían cargo de la prótesis. Una noticia que fue recibida con mucha felicidad y emoción. Las donaciones ya no harían falta. Pero llegó el cambio y todo se frenó desde comienzos de año. "No es una prótesis que se coloca así nomás, es algo que lleva tiempo, hay que hacer una cirugía. Se demoraron mucho los turnos, cambió el gobierno y chau, quedamos en la nada", lamenta Sabrina Bonomo, mamá de Santiago Fretes, en diálogo con elargentinozn.com.ar.

Cabe destacar que la madre estaba sin trabajo ni obra social cuando le prometieron la prótesis. La única cobertura médica que tiene Santiago es a través de su pensión de discapacidad. Su papá trabaja como mecánico y su mamá acaba de comenzar un emprendimiento de venta de artículos deportivos. "Buscaremos por otro lado o esperaremos que yo tenga mi propia obra social. Pero es re difícil que te agarren una prepaga con un chico con discapacidad", agrega Sabrina, con preocupación.

Conociendo a Santiago

Este joven de 10 años de edad juega al fútbol desde hace tres en el Club Unión de Del Viso, en Pilar, y además practica el arte marcial especializada el patadas, el taekwondo. No sólo eso, sino que también anda en bicicleta y se trepa a los árboles. "Una vez también esquié y no es tan difícil", confesó Santi. Racing y la pelota son sus grandes pasiones. "A veces juego con la diez y a veces con la once. Me dicen que soy uno de los más rápidos", cuenta, con la desfachatez de un niño.

"Él nació así y siempre hizo todo solo. No lo criamos como ‘pobrecito’, lo criamos para que se arregle solo. A veces me daba dolor en el pecho, pero hacía fuerza. Él me decía ‘¿me alcanzás tal cosa?’ y yo ‘no, agarrala’. Entonces se daba maña para llegar", cuenta su madre. En el club de Avellaneda conoció al equipo de Racing Integrado, el programa deportivo y recreativo para chicos con discapacidades.