Miami se vistió de fiesta como solo los estadounidenses saben hacerlo: a puro show. Para eso qué mejor que contar con los mejores invitados.

La fiesta estaba servida para el primer partido de Lionel Messi -el primer tiempo estuvo en el banco de suplentes porque recién inició su preparación física- usando la camiseta número diez del equipo rosa frente al Cruz Azul mexicano.

Y en la previa cuando divisó a LeBron James se fundió en un largo abrazo con la estrella de la NBA, en un reconocimiento mutuo al talento inigualable de ambos deportistas.