Argentina, en otro partido en que mostró sus dos caras, derrotó a Nigeria por 3 a 2 y clasificó como primero del Grupo F. Con una actuación descollante de Lionel Messi, autor de dos goles, el equipo de Sabella volvió a carecer de equilibrio en la transición. Lució como un equipo peligroso en ataque por el caudal de fútbol y también en defensa, porque achicó mal los espacios y marcó peor.

Con las tres victorias, Argentina terminó primero y enfrentará el martes 1 de julio a las 13 hs en San Pablo al segundo del Grupo E (Francia, Suiza, Honduras y Ecuador), que se define este miércoles a las 17 hs.

Argentina pegó de entrada, a los 2 minutos con un ataque a fondo de Messi para Di María, que remató ante el arquero y del rebote, Lio rompió el arco.

Aunque enseguida, Nigeria a través de Musa empató por una descompensación defensiva por derecha -otra más con Fernández y Zabaleta-, que paralizó el buen arranque de la selección.

Desde allí, el equipo se adueñó de la pelota e intentó hacerla circular, pero le faltó movilidad. No es un detalle menor que los hombres de arriba, los que tienen que hacer la diferencia, no están al cien en lo físico. Se notó.

Desde los pies de Messi, Argentina dispuso de ciertas chances pero comenzó a apagare y Nigeria se animó. Y si bien no llegó con gran peligro, la sensación volvió a ser que el equipo no cierra filas atrás. El arquero Enyeama se hizo figura en un remate de Di María y en un tiro libre de Messi.

A los 36 minutos llegó un cambio clave, que puede signar el futuro equipo titular de Sabella. 'Kun' Agüero pidió salir y el ingreso de Lavezzi le dio otra tónica al equipo. Con él, Argentina tiene un delantero más abierto, más "de wing" que abre espacios y genera huecos. Y Gago y Zabaleta tienen quien le dé una mano en la zona derecha a la hora de retroceder.

Estábamos 1 a 1, hasta que llegó Messi, sobre el minuto 45, que convirtió el segundo gol -¡golazo!-, con un tiro libre precioso, fino, inatajable. 2 a 1 y al descanso, para corregir errores.

¡Pero parece imposible eso con esta selección! En el único error que tuvo, Garay siguió una diagonal, Fernández no cubrió el hueco y al minuto del complemento, otra vez Musa.

Otra vez a remontar el partido. Y por suerte llegó de pelota parada -este equipo gana mucho de arriba en el área de enfrente-, y fue Rojo el que con las canilleras de Los Redondos, puso el 3 a 2.

Y enseguida llegó la sorpresa: Sabella sacó a Messi a los 18 minutos, para preservarlo. Por la cara de Lio, estaba hablado. Este equipo depende muchísimo de él y el DT -luego lo confirmó en conferencia de prensa-, le dijo: "Te saco a los 15 minutos del segundo, estemos como estemos".

A partir de ese momento, fue una buena prueba para la selección el no jugar con su as de espadas. Lo positivo es que el equipo continuó contando con velocidad y juego para la contra y aunque no convirtió, tanto Di María, Higuaín como Lavezzi, dispusieron de ocasiones para ampliar la cuenta.

Y atrás, salvo cuando los nigerianos pusieron la pelota en el área y Fernández o Mascherano se encargaron de hacer peligro un envío al área que dudaron en rechazar, Romero no debió trabajar.

Sucede que el equipo de Sabella, no es un conjunto que pueda y sepa manejar los partidos. Las desatenciones en el medio y atrás son inesperadas, sin explicación, y adelante, lo anunciado al comienzo de esta crónica: hay jugadores faltos de juego y precisión para regular en un momento, y liquidar el pleito en otros.

Lo positivo que deja el partido es el rendimiento de Rojo y Lavezzi, sin contar a Messi, claro. Y también el ingreso de Ricky Álvarez, que ofreció tenencia de pelota para bajar el ritmo loco que propone esta selección. El resto, uno por uno, tuvieron altibajos constantes, una bien y una mal, un buen cierre o pase, y una distracción. La tónica de cómo es el rendimiento medio del equipo.

Argentina jugará el martes por los octavos de final, en San Pablo a las 13 hs. Su rival se conocerá recién al atardecer, luego de que termine el Grupo E. Hasta entonces, habrá tiempo, poco, para trabajar los errores que volvieron a cometerse, o cambiar de nombres en algunos puestos.