Los dirigidos por Gerardo Martino tenían una deuda con su gente que colmó el estadio Monumental y se ilusionó con el triunfo tras un muy buen primer tiempo gracias a la presión del mediocampo combativo formado por Biglia, Mascherano y Banega; a las corridas, desequilibrio y gambetas de Di Maria; y la seguridad defensiva. Esa presión dio sus frutos cuando un contragolpe rápido encabezado por Banega, que aceleró Di Maria e Higuaín cedió a tiempo, le permitió a Lavezzi definir con un toque corto.

Pero en la segunda parte, tras un tiro en el palo de Banega que pudo haber sentenciado el encuentro al comienzo del segundo período, el seleccionado local bajo la intensidad, decidió tirarse atrás y dejó crecer a Brasil que después de una buena combinación entre Neymar y Dani Alves, Lucas Lima igualó ante una floja defensa de Romero.

De allí hasta el final Brasil ganó en aplomo, el partido paso a disputarse lejos de los arcos y Argentina se dejó ganar por la desesperación. Los cambios poco aportaron, ni Gaitán, ni Dybala, ni Lamela lograron cambiar el rumbo de un encuentro que se fue entre la decepción de los hinchas y las cuentas que sacaban para saber si a este punto se le puede encontrar más valor del que tiene.