A riesgo de apresurarme y entrar en la vorágine del fútbol argentino, que es dinámico por naturaleza, dudé de esgrimir semejante afirmación en la segunda fecha pero luego me convencí de hacerlo, más allá de que pueda herir susceptibilidades en algún despechado por la salida del riojano.

El vuelo futbolístico que River desplegó durante el primer tiempo nunca lo tuvo el equipo de Ramón. Solamente en los partidos frente a San Lorenzo y Quilmes, aquel River fue tan superior a un rival, tal vez a la altura del triunfo de anoche, pero jugando diferente.

La elección del partido de ayer por sobre los buenos partidos del River campeón es meramente personal y está viciada por el gusto de un andamiaje superofensivo y extremandamente dinámico como el que hace horas deslumbró en Núñez.

La diferencia entre este River y el anterior es gigante. Va desde el sistema hasta la manera de recuperar la pelota y las formas de administrarla. Aquel y este solo se parecen en la solidez defensiva. No hay ninguna similitud más.

Este River ataca con los dos laterales a la vez y Kranevitter se mete entre los centrales cuando eso pasa. El otro, mandaba de a uno por vez. Desde el 5 quedan claras las diferencias más que desde ningún otro puesto. El viejo millonario tenía al "lobo" Ledesma que serenaba al equipo desde su pisada y manejo de los tiempos. Este, el nuevo, tiene a Kranevitter que muerde, choca, quita y quita y desde la recuperación él mismo busca convertir la ocasión adversa en ataque nuevamente, dejando mano a mano a los delanteros propios con defensores rivales que están en plena salida.

El River de Ramón cerraba a los mediocampistas, Carbonero y Lanzini, para manejar la pelota y armar un triángulo junto a Teófilo Gutiérrez. El del "Muñeco" cierra también a los volantes, Sánchez y Rojas, pero para dejarlos de frente a la jugada y poder definirla.

De esa manera se forman dos triángulos, por derecha Mercado-Sánchez-Teo y por izquierda Vangioni-Rojas-Mora. Esto es algo tomado del sistema utilizado por Pep Guardiola en el Barcelona, donde Xavi jugaba de "circuncentro", o centro de la circunsferencia que pasa por los tres vértices de un triángulo. En este caso River tiene un "circuncentro" por cada banda.

El enganche, otra diferencia. El anterior no utilizaba. Lanzini jugaba de volante por izquierda la mayoría de las veces para tapar las escaladas de los rivales, otras se posicionaba por delante del 5 adversario. Pisculichi definitivamente es enganche. Los gritos de Gallardo ayer eran para que no retroceda tanto para recuperar y busque explotar los espacios vacíos en las espaldas de los mediocampistas rivales.

La última de las diferencias está en el centrodelantero. El del riojano jugaba con un 9 de área, se buscaba romper líneas por afuera y terminar centralizando la definición en Cavenaghi. La apuesta fue efectiva, el "torito" hizo ocho goles para el campeón.

El de Gallardo juega sin delantero de área, en parte porque no la tiene y otro poco para quitarle referencia de marca a los centrales rivales.

Estas líneas tal vez llevan a pensar que River es una máquina perfecta, como fue el Barcelona, que va a golear todos los partidos y va a salir campeón varias fechas antes. Entonces esta descripción no sirvió para nada. El de Gallardo es un equipo en construcción pero no comparte ni siquiera la idea madre con el de Ramón. Aquel seleccionaba los ataques y aceleraba cuando sabía que podía lastimar. Este utiliza la presión alta sectorizada como culto a la recuperación y ataca todo el tiempo.