"¿No es que el objeto de deseo define todas las cuestiones personales?" se pregunta el personaje principal de la novela "El Recurso Humano", editada por Milena Caserola.  En la entrada 000001 de este diario de viaje puede leerse esa pregunta que no es otra que un interrogante de cualidad retórica.



No se trata de un viaje turístico o cotidiano sino un viaje instropectivo. Un programador que decide poner en palabras aquello que sabe, lo que desconoce, lo que comprende y lo que se le escapa. Las emociones y las carencias en una aventura que por momentos invita a pensar que se viene el fin del mundo - al estilo de una paranoia como la del Y2K- mientras las nociones de sociedad de la información, del conocimiento, las estrategias, los clichés, las mentiras y el consumo se ligan con una trama personal. Realidad y ficción que se enriedan en la necesidad de tratar de comprender y estructurar a un amor no tan aburguesado.



Mavrakis sorprende con un lenguaje certero atravesado por la profesión del personaje elegido. Y logra lo que pocos, una historia verosímil y con cierto grado de adicción.



Dialogamos con el autor que nos cuenta sobre sus motivaciones y sus ideas a la hora de escribir "El Recurso Humano".

- ¿Qué tan cercano o lejano te resulta el mundo de la programación? ¿Cómo surgió la idea de narrar esta historia ficcionalizada pero llena de hechos reales en lo que concierne a investigaciones, marketing y estudios de mercado?

Nicolás Mavrakis (N. M.)- Hoy la programación es un área ligada a la tecnología digital, a partir de la cual se analizan, enmarcan y diseñan muchísimos de los actos y de las decisiones individuales que las personas suelen considerar que eligen, a priori, en libertad. Esa marea de datos, a la vez, se integra a disciplinas como las neurociencias y el neuromárketing. Así que los programadores son los espectadores privilegiados de la era digital y, sin embargo, no parecen tener ninguna necesidad urgente de compartir su experiencia. Ese es para mí uno de los pocos enigmas de su existencia: ¿qué tiene la programación para decir? ¿Qué tienen los programadores para decir sobre el poder que hoy concentran sobre la libertad? ¿Y cómo podrían relatar ese espectáculo humano desde sus propias perspectivas a partir de sus propios lenguajes?

- Últimamente se habla  esta  moda de la "literatura del yo", El Recurso Humano retoma un yo pero a partir de un diario personal de su personaje principal. ¿Qué te llevo a pensar esta novela a partir de una bitácora? ¿Solés llevar un registro de lo que te pasa, tus ideas, de manera cotidiana?

N.M. - No sé qué podría ser más difícil para la literatura del yo que competir contra redes como Facebook, Twitter o Instagram, que absorbieron la moda hasta convertirla casi en parodia. Ahora que cualquier usuario puede dejar registrado ya no lo que hace cada día de su vida, sino lo que hace cada minuto... Ante un escenario así, el único rasgo individual para una bitácora ya no está en una estética masificada sino en el pudor. Recorriendo las redes, al menos, ya no interesa tanto el cómo se cuenta sino el qué se cuenta. Por otro lado, es difícil para cualquier intimidad online protegerse de la tentación del impudor propio o ajeno. Yo no llevo un registro online distinto a los del resto, pero me interesaba usar esta novela para pensar cómo lo haría alguien que necesitara hacerlo, aunque no quisiera ni fuera capaz de hacerlo.

- En el comienzo del libro señalás que el personaje "no le encuentra ninguna utilidad a este diario (...). Este diario se cierra acá". ¿Forma parte de tu proceso de escritura? Cuando lo leí pensé en una costura... como esos momentos en los que uno todavía está tanteando las formas, el cómo narrar una historia ¿puede ser?.

N.M. - Precisamente porque quiere evadirse de las plataformas digitales, y porque cree que todo lo que sabe sobre sí mismo puede desaparecer, el protagonista necesita registrarse en un diario íntimo, casi decimonónico. Su problema es que no necesita hacer un registro de su vida para los otros, como lo hacen las redes sociales, sino para él mismo. A partir de eso, puede avanzar y participar de la otra parte de la historia. El inconveniente en el que quise poner el acento está en el lenguaje y en el registro de esa experiencia en el mundo. ¿Cómo puede relatar los azares de su vida sentimental alguien que solamente interpreta el universo desde el cálculo? ¿Cómo se piensa a sí mismo alguien formado para pensar a los demás? ¿Cómo escribe con palabras alguien que prefiere escribir con números? Entonces hace un diario lleno de fobia y negación, con frustraciones constantes y excesos de incomodidad y pudor. Una intimidad desconcertada, escrita a partir de la evasión de escribir una intimidad.

- Es interesante que todo el tiempo el personaje vuelve sobre la idea de un "guión" que permite establecer predicciones. ¿Considerás que en la escritura de una novela también hay un guión no tan casual?

N.M. - La historia la escribí con un plan para el principio y el final. También tenía un abanico definido de personajes. Lo que fue desarrollándose más allá del control de esa estructura inicial fueron algunos puntos de vista o intersecciones entre las dos partes de la novela. Respecto a la escritura en sí misma, ninguna creación genuina puede funcionar nada más que alrededor del cálculo, porque entonces dejaría de lado la imaginación, o la recortaría a un solo golpe. Respecto a cómo surge la necesidad de escribir determinada historia, en cambio, sí creo en la posibilidad de rastrear un trazado de experiencias, en especial intelectuales, y no necesariamente consientes, que llevan casi como un “guión” a determinado asunto.

- El Recurso Humano tiene momentos donde el ensayo y la reflexión le ganan terreno a la ficción  de la trama que juega entre diálogos y monólogos. ¿Cómo fue el proceso de encontrar un equilibrio entre esas distintas formas del lenguaje?

N.M. - Supuse que un programador, poco habituado a narrar el mundo a través de palabras, y más tranquilo con los números, iba a estar más cómodo analizando papers y casos de análisis matemático de experiencias sociales que hablando sobre sus propias emociones, y en esa medida se alternan el registro del ensayo y el registro de la ficción. Por detrás de todo eso, o por encima, también quería que hubiera una voz que, como decís, reflexionara, a veces con ironía y a veces con humor, sobre la suma y los efectos de toda esa tecnología digital sobre la vida cotidiana.

- Hay un breve momento en que el personaje principal señala que no es "escritor", sin embargo elige escribir sus emociones, narrarlas en su diario. ¿Qué lo separa de ser escritor... solo los "matices"?

N.M. - Lo separan la incomodidad y la fobia a la exposición. Las emociones, incluidas las sexuales, por lo general no están sujetas a las normas del cálculo, y a veces ni siquiera a las de la conveniencia. Y este programador trata con enormes cúmulos de emociones únicamente en la medida en que logra verificar constantes científicas que les den un sentido práctico y rentable. No es un escritor, pero por razones más allá de su previsión necesita escribir y necesita hacerlo, además, sobre sí mismo, algo sobre lo que nunca logra descifrar un valor práctico hasta el final.

- Otro de los grandes temas que atraviesa la novela es el amor a partir de la infidelidad. Pero no sólo a nivel sexual sino que hay una apuesta a ser infiel a las propias emociones. ¿ Creés que pueda ser uno de los "males" que nos atraviese actualmente como seres que transitamos un presente/futuro?

N.M.- El protagonista cree que la infidelidad opera exactamente igual que el amor, y que buscar la infidelidad es algo inútil y artificial porque la infidelidad rastrea y encuentra a sus “usuarios” igual que el spam. Más allá de que se trate de relaciones formales o clandestinas, el asunto central es la libertad. Si toda la información que producimos a cada instante en internet se traduce en entornos diseñados exclusivamente a la medida de lo que somos, consumimos, pensamos y preferimos oír, ¿dónde queda el margen de improvisación inesperada para la verdadera libertad de imaginar, conocer, desear o amar? Los entornos amigables que evitan cualquier “conflicto”, los contenidos diseñados a medida del consumidor y, en un plano más general, las voces homogeneizadas por el peso de cualquier corrección política, garantizando la concertación obligatoria ante todo, son algunas de las maneras a través de las cuales la web obliga a pensar cuál es el lugar de la verdadera libertad.

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El Recurso Humano - Novela de Nicolás Mavrakis

Milena Caserola, 2014

140 p.