La cercanía temporal y espacial del Mundial desató una obvia fiebre editorial por los temas futboleros; se trata de una abrumadora cantidad de libros que desde hace meses vienen apareciendo a propósito de la magna competencia deportiva –que ni siquiera los Juegos Olímpicos empañan– en tierras brasileñas.

Uno de esos libros, inesperadamente, se ha propuesto recordarnos anteriores victorias y derrotas a través de la poesía: 'Haikus Bilardo', editado este año por Muerde Muertos. En este pequeño volumen de Fernando Figueras y José María Marcos, con ilustraciones de Matías Berneman, se transcribe cada partido de los mundiales 86 y 90, en Italia, a través de una forma particular de versos y estrofas: el tradicional japonés haiku.

Se trata, pues, de pequeños poemas-homenaje de una métrica determinada (generalmente con versos de cinco, siete y cinco moras-sílabas, en su acepción original) reconfigurados por sus autores a una peculiar: 3-5-2; es decir, el sistema inventado y puesto en práctica por Bilardo en aquellos mundiales. En total, catorce poemas que re-relatan otros tantos partidos, integrados por haikus de esa medida en los que se intercala una valiosa información para los fríos estudiosos del fútbol (llamados futboleros) pero también para apasionados.

Así, en la recopilación realizada por los autores nos encontramos con las crónicas de Juvenal que simultáneamente aparecían en la vieja El Gráfico, que muchos, pero muchos periodistas llamados deportivos debieran leer atentamente para aprender a no cacarear tontamente, como lo hacen habitualmente por radio y televisión.

En fin, multitud de información, testimonios y anécdotas de hombres y mujeres –como las del propio Bilardo y Diego Maradona– que vivieron cada encuentro de aquellos mundiales dentro y fuera de la cancha, fueran protagonistas deportivos o mediáticos e incluso espectadores. Documentos que sirven, por un lado, para recordar aquellas épocas de gloria futbolística y, por otro, para ensoberbecer la pasión que el fútbol despierta, sobre todo en estas horas de víspera.

Como dato meramente anecdótico, vale advertir que a los haikus publicados en este libro, a pesar de la perfección métrica con la que fueron redactados, les falta lo que a Diego le sobró, por ejemplo, para derrotar a la corona británica aquella tarde del 22 de junio de 1986, bajo la canícula mexicana: belleza.