“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.  
Gabriel García Márquez- Cien años de Soledad.

El hombre de los Cien años de Soledad, de las reflexiones hondas, las pausas literarias y el arte de escribir- sin perder de vista la realidad que lo rodeaba unida al mundo de la fantasía- se fue de este mundo a los 87 años.


García Marquez inició sus estudios en derecho mientras alternaba su amor a los libros con textos de Kafka, Woolf y Faulkner. Después del llamado Bogotazo (el asesinato del candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán)  Gabo, como era conocido para sus amigos, decidió abandonar el derecho y empezó a estudiar periodismo.



En las redacción de El Heraldo de Barranquilla comenzó como crítico de cine usando el seudónimo Séptimus. Más tarde serían El Universal de Cartagena y El Espectador los que conocieron su pluma. Fue en este último diario, en 1947, cuando publicó su primer cuento.


El oficio del periodismo le dio a García Márquez un vuelo en su escritura que hizo que pudiera captar la realidad de su sociedad como nadie. En 1955 escribió una serie de textos  sobre un suceso de violencia en Colombia que terminó llamándose Relato de un náufrago.



Su primera novela  fue La Hojarasca, pero como todavía la escritura sólo era alimento para el alma y no para el estómago García Márquez sigue machando su escritura a través del periodismo.

Viajó a Europa a finales de los 50 como corresponsal y recorrió el continente.  Cuando volvió a su Colombia natal se casó y se terminó instalando en México DF.

El escritor nato que llevaba consigo, lo hizo entablar amistad con amantes de las letras que le recomendaron leer Pedro Páramo y El llano en llamas de Juan Rulfo. En 1961 García Márquez publica El coronel no tiene quien le escriba.

En 1965, después de trabajar varios años en su novela La Casa, en unas vacaciones en Acapulco un rayo de inspiración cayó sobre él y decidió que la narración de su texto debía transcurrir en un pueblo remoto. Incluso descubrió el tono con el que tenía que ser narrada la historia: la voz de su abuela.
Cuando regresó de sus vacaciones decidió internarse en una habitación de su casa ( La Cueva de Mafia) para dedicarse exclusivamente a dar rienda suelta a sus palabras.



Luego de empeños, penurias económicas y lágrimas finalmente Cien años de soledad abre sus páginas para terminar entrando en el salón de los clásicos universales.  El éxito de la novela contribuyó al boom de la literatura latinoamericana en el mundo. Un faro que empezó a esparcir nuevas letras a nivel global.

En medio del éxito rotundo García Márquez se trasladó a Barcelona donde afianzó su amistad con autores como Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar. El éxito es rotundo y empieza a traducirse a múltiples idiomas.
Gabo, empezó a escribir  El otoño del patriarca (1975) como un ejercicio para quitarse de encima el peso de Cien años de soledad. En 1981 publicó Crónica de una muerte anunciada



García Márquez siempre se mostró muy comprometido con la política internacional, especialmente la lucha cubana contra el imperialismo. Incluso terminó creando la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano.



En 1982, recibió el premio Nobel de Literatura  siendo uno de los escritores más jóvenes en recibir el galardón. Fue muy curioso cuando fue a recibir el premio vestido con un liquiliqui, una manera de rendir homenaje a su abuelo Nicolás que usaba ese tipo de trajes en el ejército.


Otros textos de García Márquez que se transformaron en clásicos fueron:  El amor en los tiempos del cólera (1985). Siguen El general en su laberinto (1989) y Del amor y otros demonios (1994).


En 1999 le detectaron un cáncer linfático- Enfermo y con una tristeza infinita por la muerte de su madre, escribe Memoria de mis putas tristes(2004).



Después de varias semanas de un estado delicado de salud, un día como hoy, 17 de abril, la tristeza invade los corazones de todos los amantes de las palabras francas, llenas de emoción, compromiso y fantasía del ya eterno y mítico Gabo.

"Entonces dio otro salto para anticiparse a las predicciones y averiguar la fecha y las circunstancias de su muerte. Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra". Cien años de Soledad