El escritor y guionista francés Emmanuel Carrère comparó a Michel Houellebecq con Aldous Huxley y George Orwell, fue en una columna publicada en enero de 2015 en Le Monde en “defensa” del autor francés después de la edición de la cuestionada novela Sumisión (Anagrama, 2015). Pero Carrère no cita a Huxley y Orwell caprichosamente sino para remarcar justamente cómo Houellebecq se ha vuelto más potente que ellos a la hora de pensar los fenómenos del presente como así también expresar el horror ante la corrección política. El autor de “Limónov” (2001) plantea que Houellebecq no busca una resistencia ante el cambio y lo dado mientras escribe “como si tuviera acceso a los libros de historia del futuro- suponiendo que aún haya libros de historia, y un futuro- “.

La necesidad de "defensa" de Houellebecq y su obra podría pasar como una exageración en un mundo de debates en el que abundarían las lecturas reflexivas y no fatalmente literales; pero, tal y como indica Nicolás Mavrakis a lo largo de sus ensayos, los malentendidos están a la orden del día para pensar al autor de “Las partículas elementales” (1998); un autor con "capacidad para escuchar las voces- y los aullidos- de su época". 

En "Houellebecq. Una experiencia sensible" (Galerna, 2016) Mavrakis retoma, repite y amplía algunas de sus ideas desarrolladas en Lo sórdido, lo luminoso (AAVV: "Discutir Houellebecq. Cinco ensayos críticos entre Buenos Aires y París". Capital Intelectual, 2015) y en varios artículos publicados en la revista digital Paco.  Pero no escribe, como Carrère, desde la postura de "defensa" sino desde la admiración entendida no como un naturalismo de estos tiempos del fácil me gusta, sino a partir de una lectura dedicada y de ideas compartidas. 

El libro está compuesto por siete ensayos en los que el autor de "No alimenten al troll" (Tamarisco, 2012) inicia explicando por qué el best-seller Houellebecq, tiene una "permeabilidad especial" en la sociedad- supuestamente- lectora de Buenos Aires; como quedó demostrado en la reciente visita del francés que llenó centros culturales y espacios causando gran revuelo mediático, citas recortadas y un vínculo directo con pseudo-debates religiosos y de género.

A diferencia del registro que utiliza Mavrakis para exponer sus lecturas y razonamientos en Lo sórdido... en "Houellebecq. Una experiencia sensible" podemos encontrar algunos desplazamientos del foco de la obra del francés en los que Mavrakis se despacha- a veces con inteligencia, otras con la teatralidad de lo que se leería como incorrecto - contra la crítica, la edición y el periodismo cultural vernáculos; entre otros. Críticas validas, generalmente frustradas en los ecosistemas del no-debate. 

En esos "desplazamientos" está la simbiosis de Mavrakis con sus exhaustivas lecturas de Houellebecq; autor y personaje en el mercado editorial y mediático. 

En el primer ensayo que da nombre al libro, Mavrakis plantea la serie de malentendidos- elige esa palabra con el entusiasmo del que leyó su obra- que se dan alrededor de las publicaciones y la figura del autor de "Sumisión". Esa primera incomprensión constitutiva está en la de olvidar que Houellebecq  es un poeta de origen;  donde no se trata de analizar su escritura en base a géneros sino a partir de "una sensibilidad"; una experiencia romántica del presente de una sociedad gobernada por el mercado.

Ser un romántico en el presente, escapando de la corrección política del humanismo, ubica a Houellebecq en un lugar de incomodidad que el autor aprendió a manejar, a través de la ironía y del aprovechamiento de las malas lecturas que se hacen de él. 

Mavrakis escribe "el malentendido houellebecquiano más superficial se revela probablemente en cierto abaratamiento apurado de las etiquetas" y a partir de ahí no solo realiza una observación a las traducciones deficientes del mercado sino también a la pereza de la crítica contemporánea de titular bajo el paraguas- siempre funcional- de la polémica sin lectura.  

Entre las otras marginalidades que plantea Mavrakis está la geográfica; al considerar a Houellebecq en su particular periferia mientras obtiene contratos millonarios en el mercado editorial o logra filmarse en algo que sería casi una burla a los propios espectadores. 

En el segundo ensayo La distancia de los hombres, Mavrakis retoma la idea de Houellebecq de autodefinirse como un "parásito sagrado" donde la carga de dar cuenta del presente implica un sacrificio y provocación; un escape que gira en falso en el arte del "deseo de desagradar" que oculta gustar. 

Y la pregunta a subrayar que se hace Mavrakis justamente es- no tanto como lector de Houellebecq sino como crítico y escritor- sobre el valor de la literatura y su incidencia en la realidad; "y la palabra literaria clave es verosímil" ¿Para quién están escritos estos ensayos?; "¿Habrá posibilidad de sentir el mundo de una forma más libre?" (como se pregunta en el último ensayo titulado Sumisión). 

Entre los otros temas que Mavrakis desmenuza- a partir del mapeo que hace de la obra del autor de "Plataforma" (2001)- están el proceso de degradación de vínculos, de la sexualidad, de lo masculino que muchos confunden con misoginia; como desarrolla en el ensayo Sexo, desesperado.  Las tecnologías que nos atraviesan y la conciencia de lo inútil de la resistencia. 

En La verdad la dicen los científicos y no los filósofos, Mavrakis vuelve a insistir con el ménage à trois que ya había señalado en la obra y pensamiento de Houellebecq entre el sexo, el amor (la cultura) y la técnica inmersos en el mercado. 

Mavrakis retoma la postura de Houellebecq sobre la clonación, y lo "descartable" que se vuelve el hombre,  para repensarla en las redes sociales; un tema que el autor de "El recurso humano" (2014) viene trabajando desde hace algún tiempo con astuta ironía habitualmente confundida con pataleo cínico. 

Además de plantear la relectura de Auguste Comte para comprender las entrelíneas de Houellebecq y escapar a la crítica autocomplaciente y el "llano pesimismo"; Mavrakis insiste en no olvidar la conciencia del francés en su "novela de mercado"; como desarrolla en Viaje al fin del turismo

"Los artistas que también son críticos son, en buena medida, proselitistas encubiertos de su obra", escribe Mavrakis- incluyéndose- y citando su lectura de Martín Amis en el sexto ensayo Best-seller, una intervención en el arte

Mavrakis se apena ante el hecho de "Houellebecq no haya vuelto a ocuparse de la crítica como método de trabajo útil para participar de eso que podría llamarse la discusión cultural"; y es ahí donde el autor de "Houellebecq. Una experiencia sensible" pone de manifiesto su pretensión y el valor de sus lecturas que le escapan al paisajismo descriptivo con la cuota suficiente de la performance del "deseo de desagradar"; un deseo que no siempre practica con astucia houellebecquiana pero que en todo momento invita al ágora que parece oculta en la literatura local: leer y debatir más allá de una contratapa a uno de los autores contemporáneos imposibles de obviar.   

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Houellebecq. Una experiencia sensible  

de Nicolás Mavrakis

Ensayo

Galerna, 2016

161 p.