"La economía, estúpido [The economy, stupid]" fue la frase original de James Carville, asesor de Bill Clinton, adaptada a una más efectiva "Es la economía, estúpido" que podría servir para pensar Sumisión.

No se trata de la fe ni de la mirada simplista de apuntar con el dedo a Houllebecq sobre un supuesto  "juego a la derecha" de Le Pen; creando una posición de "miedo xenófobo". Facilismos que  invitan a repetir: "Es una ficción, estúpido" sin por eso pecar de inocentes.

Como si se tratase de la mejor estrategia de marketing "negativo" la publicación de la novela fue contemporánea del nefasto atentado a la revista Charlie Hebdo que movilizó a la sociedad francesa y a la opinión pública internacional. Houllebecq "abandonó" la promoción de su libro incrementando la leve fascinación sobre su contenido y creando- ¿sin saberlo?- una gran estrategia de ventas.

La historia en sí es atrapante, al plantear la posible disolución de la derecha y la izquierda en Francia para sumergirse en un ambigüo occidente/oriente.  Tras una reñida primera vuelta presidencial en 2022 y un acuerdo entre diversos partidos - en especial con el socialismo- se establece un frente con la Hermandad Musulmana encabezada por Mohammed Ben Abbes que le quita las posibilidades a la extrema derecha de gobernar.

François es un intelectual y profesor universitario que ve afectada su vida de manera directa por este quiebre político que hace que aflore de manera evidente su miedo a la soledad.

El inicio de la novela parece perderse en un breve ensayo disfrazado de ficción. Houellebecq presenta a su personaje inmerso en la literatura académica y nos entrega varias páginas sobre la especificidad de la misma, con  ideas que flotan de manera rimbombante en un avance bastante tímido de la trama.

La historia gana densidad a partir del amorío de François con una alumna judía llamada Myriam, que se verá obligada a exiliarse ante la llegada de los musulmanes al poder. Esa separación muestra la punta del iceberg de la soledad del personaje. Se pregunta por sus amigos, sus padres, por el amor y su carrera.

La trama política y personal de esta historia adquiere sentido a partir del eje puesto en la educación, "...quien controla a los niños controla el futuro" y ese plano impacta de lleno en este personaje que de golpe ve, en la mitad de la vida,  su carrera finalizada al no poder seguir ejerciendo como profesor. La única opción será convertirse a la religión gobernante bajo el único carisma palpable: el de la utilidad.

El machismo, justificado a partir del islam, es uno de lo cambios más notorios, planteando "el rol" de las mujeres en esta sociedad  ficcional. No es tanto la necesidad del reconocimiento sino la economía del deseo la que romperá la posición políticamente correcta, para la idiosincracia occidental,  del personaje.

La traducción, a cargo de Joan Riambau para Anagrama, resulta por momentos difícil en términos de repeticiones y frases que pierden sentido y atentan contra la fluidez de la historia llena de detalles arquitectónicos, literarios y en especial de las delicias culinarias de un París convulsionado.

Houellebecq critica a intelectuales y en especial a los periodistas- dedica cuantiosas referencias a hablar de lo mal que hacen su trabajo- amparado en el marco de la ficción.

Pocas veces una novela tiene un título tan preciso como esta;  la Sumisión no sólo se refiere a tener que agachar la cabeza ante nuevas reglas sociales y políticas.

Se trata de arrodillarse ante la evidencia de que la muerte y la soledad siguen siendo los grandes miedos contemporáneos;  el resto es ficción.

Sumisión, de Michel Houllebecq

Novela, Anagrama

Primera edición en castellano Argentina, mayo 2015

281 p.