Mientras continúa la carrera espacial para lograr establecer una base permanente en la luna y avanzar en la futura llegada del hombre a Marte, la aparición de un exoplaneta que puede ser potencialmente habitable suma un capítulo más a la idea del ser humano fuera de la Tierra. 

Los astrónomos descubrieron a Ross 128 b, a tan sólo 11 años luz de nuestro sistema solar y se trata del segundo mundo terrestre templado más cercano a la Tierra, después de Proxima b- con pocas posibilidades de ser habitable-, que está a algo más de 4 años luz de nuestro planeta.

Ross 128 b fue descubierto por un equipo internacional de astrónomos liderado por el Instituto de Planetología y Astrofísica de Grenoble (Université Grenoble-Alpes/CNRS), en Francia. Los científicos hallaron el exoplaneta mediante el instrumento HARPS del ESO, en La Silla (Chile), que detectó diminutas oscilaciones en la estrella que lo aloja y de la que ha heredado el nombre. 

La estrella Ross 128 fue descubierta en 1926 por el astrónomo estadounidense Frank Elmore Ross y se trata de una enana roja, uno de los tipos de estrellas más fríos y tenues del Universo, pero también uno de los más comunes.

Muchas enanas rojas, incluida Proxima Centauri, emiten fogonazos de radiación ultravioleta y de rayos X cada cierto tiempo, potencialmente letales para la vida sobre los planetas que las rodean; es por eso que actualmente la comunidad científica considera poco probable que Proxima b esté habitado.

Pero ese no es el caso de Ross 128. La minúscula estrella roja situada, en la constelación de Virgo pero invisible al ojo desnudo, no emite llamaradas de radiación. A eso se suma que aunque ahora Ross 128 está a 11 años luz de nosotros, la estrella se mueve hacia el sistema solar. Los astrónomos prevén que dentro de 79.000 años se convierta en nuestra estrella más cercana, relevando a Proxima Centauri.

Los científicos todavía no saben con certeza si Ross 128 b alberga agua líquida en su superficie, pero planean seguir estudiándolo para buscar marcadores que indiquen la existencia de vida. 

Vía: La Vanguardia