Entre fines de febrero y mediados de abril, el satélite geoestacionario argentino Arsat-1 debió pasar su primera temporada de eclipses, una prueba de máximo nivel para su subsistema térmico y el de potencia.

Se trata de uno de los desafíos que la nave superar: pasar todos los días por un cono de sombra y penumbra generado por la Tierra. El 20 de marzo pasado, además, se combinaron los eclipses de nuestro planeta y la Luna, dando lugar a uno de los más largos de lo que va del siglo.

No obstante, el funcionamiento del Arsat-1 quedó garantizado por la energía almacenada en su batería, que le permitió mantener sus sistemas activos y un comportamiento nominal. Además, resistió perfectamente las transiciones térmicas extremas y veloces que implican su ingreso y salida del cono de sombra.

La empresa Ar-Sat informó que, en estas circunstancias, el satélite pasa en cuestión de minutos de un calor de +140º bajo pleno sol, a un enfriamiento de -200º en plena oscuridad, para recobrar súbitamente los +140º no bien vuelve a quedar iluminado totalmente.

Los eclipses son una de las pruebas más importantes que deben afrontar los satélites geoestacionarios durante su vida útil. Superar con éxito la primera temporada de eclipses es considerado un importante indicativo del éxito de la misión, se indicó.