El peine más viejo hallado para removerlos tiene nada más y nada menos que 4500 años y están con el hombre desde que el hombre es hombre. Sin embargo más allá de toda la ciencia que existe para erradicarlos, ellos- los piojos- siguen firmes junto a las caballeras humanas.

Hace veinte años que un grupo de científicos argentinos  del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (Citedef) vienen trabajando en luchar contra esta plaga que atraviesa los siglos.

Desde 1995, la doctora en Ciencias Biológicas de la UBA, María Inés Picollo lidera este equipo que se focaliza en hallar  los mecanismos de resistencia  en insectos vectores de enfermedades.

"El laboratorio comenzó a funcionar hace 35 años con el estudio del Mal de Chagas y las vinchucas. Pero desde hace 20 que estudiamos a los piojos ya que fuimos uno de los pocos centros en el mundo que halló resistencia a la permetrina, un producto neurotóxico muy utilizado en los ochenta y noventa. Ello despertó una alerta en chicos, padres, colegios y autoridades sanitarias" comentó a LA NACION la doctora Picollo, directora de Entomología del Centro de Investigaciones en Plagas e Insecticidas (Cipein).

Y agregó: "Nos preguntamos por qué los piojos no respondían a los tratamientos que se utilizaban y se volvían resistentes. Y allí entramos nosotros, los piojólogos, no piojosos".

"Es muy difícil trabajar con piojos, porque no se lo puede criar en laboratorio. Vive en cabezas humanas solamente, y cuando se lo separa del cuero cabelludo, muere a las 24 horas. Al no tener el material en el laboratorio para realizar los estudios, hubo que organizar todo un esquema de contacto con escuelas, hospitales y centros de salud, para ir a recolectar piojos a las cabezas de los chicos. Luego traerlos en forma condicionada al laboratorio para que no se deshidraten e iniciar los ensayos antes de las 4 horas posteriores a la recolección", precisó Picollo.

Paola González Audino, doctora en Ciencia Químicas de la UBA y colaboradora de Picollo, investiga porqué hay chicos que siempre tienen piojos y otros a los que no los afectan y señaló: "Ello se debe a que hay quienes tienen un componente en su sudor que atrae al piojo y otros que lo repele. Nosotros vamos a las mismas escuelas y ya conocemos a los chicos con predisposición a tener piojos y luego contagian".

Las estadísticas de este año del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires indican que los piojos afectan a 8 de cada 10 chicos en edad escolar. Además de la incomodidad y la picazón, el rascado provoca heridas en el cuero cabelludo que facilita el ingreso de bacterias y el riesgo de infecciones. Y también persiste el riesgo de intoxicaciones por la automedicación o la aplicación de productos tóxicos. Siendo esta epidemia más habitual que la gripe común.