El trabajo fue publicado por la revista científica Nature. El mismo frece la posibilidad de entender mejor cómo se forma y cambia la memoria emocional, según informó la BBC en una nota.

"La emoción está íntimamente asociada con memorias de eventos pasados y episodios, pero la 'valencia' – el atractivo o aversión de los recuerdos – es maleable", dijo Susumu Tonegawa, investigador del Centro Riken-MIT para la Genética de Circuitos Neuronales en Massachusetts, EE.UU, y autor del estudio.

Tonegawa puso como ejemplos un asalto o unas vacaciones felices: experiencias que pueden hacer que uno tema caminar por una calle en particular o que sienta especial predilección por una playa.

Esta clase de asociaciones emocionales pueden cambiar con una nueva experiencia. Por ejemplo, los recuerdos de una playa favorita pueden volverse amargos con las noticias de un ataque de tiburón.

Los terapeutas actualmente utilizan esta maleabilidad para tratar a víctimas de traumas o personas con depresión, intentando reemplazar las asociaciones negativas con otras positivas.

Pero Tonegawa y su equipo han conseguido identificar algunas de las conexiones que hacen que esto ocurra dentro del cerebro.

En su experimento, los investigadores indujeron a ratones machos a tener experiencias negativas que consistían en descargas eléctricas en una habitación en particular y marcaron las neuronas implicadas en guardar esa memoria con "optogenética".

Esta técnica instala una especie de interruptor en esas neuronas a través de genes que hacen a las células sensibles a la luz. Luego, un rayo de luz azul, enviado dentro del cerebro a través de fibra óptica, permite activar o desactivar esas neuronas a voluntad.