Hacía un poco de frío pero había fernet. También había mesas, muchísima oscuridad y expectativas. El mundo del porno argentino y algunos curiosos ya se habían acomodado en sus sillas y la película, que estaba programada para proyectarse a las once menos cuarto, empezó a las once y media. Pero había fernet.

Nunca había visto una película porno en pantalla grande, nunca había estado con más de una persona en un cuarto viendo cómo tetas y pitos se balancean al ritmo del sexo. Entonces estaba nerviosa porque, además, soy consumidora. Aparte a César Jones, el director y de quien recibí la invitación, lo entrevisté hace un tiempo y me cayó hermosamente, entonces había ganas de que sea una experiencia interesante.

Y lo fue. Recontra.

Estuvo tan intenso el asunto que casi me paro frente a todos y les digo algunas cuantas cosas que pensé en el transcurso de la película. Porque pensaba, luego de una charla y un debate muy interesante que había tenido con él, que podía llegar a ser algo que me interese y me resulte placentero.

Pero vamos por partes, siempre suelo empezar por el final, porque el final es lo contundente que te agarra de los pies y te obliga a quedarte a saber cómo carajo llegamos hasta ahí. Pero esta vez voy a empezar por donde se debe o por donde quiero. O por donde me sale.

Si tuviera que resumir la película en varias palabras utilizaría 'petes'. Y con las palabras que me sobran me hago un café y continúo con la crítica, si es que así podemos llamarlo ya que soy tan sólo una chica frente a un público pidiéndole que si no tiene planes este fin de semana, tal vez mirar "Toda en la boca" no sea la mejor opción. Por lo menos si sos mujer. Ahora, si sos hombre y tenés muchas ganas de ver pitos succionados, es por acá.

Pero el tema es que no soy hombre, no tengo pito y además de eso, soy feminista. Combo terrible para ver una película que consta de mil bucales y ni una teta. Porque eso es lo que faltó, una buena chupada de teta. Una mujer desnudándose, un beso. Una mirada femenina tal vez sea mucho pedir o no corresponda, pero no creo que lo sea una mujer que goza, a la que le sirven, una mujer que no esté a disposición del hombre y de sus placeres.

Y está bien, la película se llama "Toda en la boca" entonces, sí, toda la leche en la boca de ella. O de él, porque acá también el hombre traga cuando tiene sexo con una travesti que acaba divino y que fue, para mi gusto, quien mejor actuó aunque su papel fue cortito. Quien tenía el protagonismo, Geiko Ama Femdonch, también tenía una peluca y los textos durísimos, no por lo fuerte sino por lo poco natural. En las porno hay poco diálogo, o en la mayoría de ellas, y está bien, tiene sentido que así sea porque para diálogos nos leemos un libro o miramos una serie en Netflix, pero ya que son pocos, deberían ser lo suficientemente contundentes como para que no se necesite más que eso para. Y acá no me sucedió.

Lo cierto también es que la industria del porno argentino es chiquita y son dos los grandes directores, ¿directoras? No. Si buscás en google directoras argentinas de porno aparece Víctor Maytlad que es el autor de la famosa "Las tortugas pinjas", entre muchas otras y es, además, uno de estos dos cineastas. Entonces, al ser tan pequeña la industria, los recursos y las herramientas también son pocas. Y se nota.

Lo copado es que los cuerpos eran reales, característica de este director, y se usó forro en todas las relaciones salvo en el sexo oral que ocupa, y perdón por ser reiterativa pero me pongo loca, el 80% de la película. El pete es una fuente inagotable de contagios de enfermedades como el HIV o el HPV. Pero bueno, aún así, el forro estaba.

Lamentablemente anoche la experiencia fue perturbadora y/o incómoda. No por lo que vi sino por lo que no vi.

Luego de no pararme frente a todos y decirles que mi feminismo estaba indignado por no ver acabar a ninguna mujer en toda la película, me fui. Me fui casi de la misma manera en la que entré, en silencio y tanteando para no comerme ninguna mesa porque la sala aún seguía a oscuras.

Me hubiera gustado saludar a César y decirle que "Toda en la boca" no es una película inclusiva, aunque seguramente no haya buscado serla y esta crónica-crítica-columna me la tenga que meter en el ojete. Y también decirle que me cae bien, y que gracias por la invitación.