En una pequeña ciudad pesquera de Islandia, llamada Ísafjörður, las autoridades locales tuvieron una brillante y simple idea para lograr que los automovilistas bajen la velocidad y frenen siempre ante las sendas peatonales sin necesidad de poner semáforos. 

Con pintura y logrando un efecto tridimensional, estas sendas resaltan sobre el pavimento de una forma que hacen que la ilusión óptica funcione a la perfección. 

Pero la idea no fue islandesa sino que la copiaron de un proyecto que venía realizándose en el caótico y extremo tránsito de Nueva Delhi, en India.