Por no prestar atención y confiarse demasiado, terminó conduciendo su moto sobre un bote. Y tuvo suerte, porque su vehículo podría haber terminado en el fondo del río.

La caída fue bastante tonta, pero el hombre tuvo la fortuna de caer sobre un bote. Suponemos que este motociclista se volvió fanático de los vehículos náuticos, y ahora aprovecha que en el agua no existen las defensas metálicas.