Bajo el mismo techo forjaron una amistad que perdura a través del tiempo. Este gatito y la pequeña ardilla se reencuentran bastante seguido para rememorar sus años mozos.

El felino, totalmente adaptado a la vida de los humanos, no se animó a abandonar la casa, mientras que el pequeño roedor salió a buscar su vida más allá de los límites del patio.