El problema no es tanto un adolescente, sino a partir de dos, y ni te cuento si están sin supervisión en el aula de una escuela...

Este hecho ocurrió en una técnica tucumana, donde un alumno quiso hacerse el gracioso frente a sus compañeros usando alcohol para prender fuego uno de sus brazos.

Entre risas y gritos, por suerte se evitó la tragedia y el chico apagó las llamas tirándose al piso.