La policía cayó en la trampa. Les vendieron pescado podrido y compraron sin dudar. Preocupante, ¿no?

Así de simple. Mientras un pibe de tez blanca estuvo 30 minutos tratando de abrir un coche como si fuera un ladrón, nadie movió un pelo e incluso un patrullero pasa por al lado, sin prestarle atención.

Luego su amigo de piel negra realizó el mismo intento, aunque a los dos minutos ya lo habían denunciado.

Los oficiales ni siquiera le pidieron explicaciones: "Levantá tus manos de mierda", lo amenazaron inmediatamente, a pesar de que intentaba decir que era su auto.