La cremación ganó un lugar como una opción viable para el final de la vida de nuestros seres queridos, y aunque ahora la Iglesia no quiere que esparzamos las cenizas en donde querramos, ahora hay una nueva idea: usar los cuerpos ya sin vida, para generar nueva. 

La arquitecta Katrina Spade sostiene que la idea es que los cadáveres sean convertidos en abono orgánico. El proyecto es conocido como Urban Death Project y consiste en la fabricación de una instalación dedicada para llevar a cabo servicios funerarios, pero también para almacenar cuerpos humanos para su descomposición y posterior creación de tierra rica en nutrientes, la cual servirá para dar vida a árboles y otro tipo de vegetación.

Esta instalación se propone como un espacio público y gratuito, el cual tendría la capacidad de llevar a cabo dos servicios funerarios cada día y almacenar hasta 60 cuerpos en un mes. Cada cuerpo tendría un proceso de descomposición de aproximadamente cuatro semanas, que buscaría ser acelerado por medio de agua y una solución de azúcar con carbono que estimularía la actividad microbiana.

¿Bastante piola la idea no? Sí, piola pero inimaginable. A menos que la Iglesia lo acepte y dudamos que suceda.