25 años después de sus crímenes, y mientras permanece internado por una afección en la próstata, Ricardo Barreda le habría confesado a uno de los enfermeros que se arrepiente de haber asesinado a su hija menor.

"¿Sabe qué? Dicen que no me arrepiento de lo que hice, pero eso es mentira, no hay día que no sienta culpa”, le dijo Barreda a uno de los enfermeros que lo cuida en el Hospital Magdalena V De Martínez De Pacheco, según el portal Big Bang News.

“Lo peor es que a Adriana, mi hija menor, no la quise matar; estaba como loco, giré, disparé y después me di cuenta que era ella", añadió el odontólogo, según el testimonio de su enfermero, quien le preguntó por su otra hija, la mayor, y le respondió: "Ella me odiaba y me quería ver muerto, porque mi esposa y mi suegra le habían llenado la cabeza”. 

Por último, Barreda le explicó: “A la última que maté fue a mi suegra, pero los crápulas de mis abogados me hicieron decir que la última en morir había sido mi hija menor, así yo heredaba la casa".