La "proeza", que fue filmada para el programa "Eaten Alive" (Comido vivo), no terminó de la mejor manera, lo que todavía le suma más morbo al cuestionable programa.

El explorador estadounidense, Paul Rosolie, el protagonista del programa, no soportó la constricción de la serpiente y gritó por ayuda.

"No siento mis brazos, esto se va romper", gritó Rosolie a los integrantes de su equipo, en referencia al traje protector que llevaba colocado. Y luego repite su pedido de auxilio: "¡Los estoy llamando! ¡Necesito ayuda!".

El controversial plan era dejar que Rosolie fuera devorado por el animal, para luego jalarlo al exterior por una soga.

Rosolie ha enfrentado críticas por parte de activistas de derechos de los animales sobre el bienestar de la serpiente, aunque él insistió en que el ofidio está "vivo y bien", según publica el periódico The Independent. Sin embargo, no dudan en tildarlo de "Hitler de los animales" y han llegado a desearle que se contagie de ébola.