El gobierno porteño avanza en una polémica obra a la que publicitan como "protección ecosustentable" entre las dos vías de tránsito que, según los funcionarios a cargo, tiene doble objetivo: por un lado, proteger a los habitantes del barrio Bajo Autopista (Illia), entre las villas 31 y 31 bis, y por otro lado desarrollar un cordón verde que funcione como "pulmón" en medio del cemento.

Pero la razón real es la de controlar la edificación "en altura" que se desarrolla entre ambos carriles de la Illia. La obra es de la Secretaría de Hábitat e Inclusión del gobierno de la ciudad y la acompaña el área de responsabilidad social empresaria de Ausa.

La construcción comenzó hace aproximadamente un mes y se estima que se complete en el plazo de dos meses más. El tramo comprendido se inicia 1,5 kilómetros más adelante del peaje en sentido hacia el centro, se extiende 300 metros y finaliza en un "pilote" de hormigón que tendrá iluminación led, una intervención artística en forma de cruz.

Se prevé la construcción e instalación de unos maceteros lineales, que estarán ubicados por detrás del guardrail, y los transversales, que funcionarán como pequeños "puentes" de verde y flores. En la última etapa se instalarán el sistema de riego y la plantación de los maceteros con el compost y la vegetación.

Gabriel Fuks, legislador porteño por el FPV y miembro de la Comisión de Obras y Servicios Públicos, fue contundente: "Una vez más, se trata de una obra que sólo es cosmética sin ninguna política de fondo. En términos políticos, están todas las condiciones dadas para la urbanización, pero el oficialismo porteño insiste en este tipo de soluciones".

Según Gonzalo Mórtola, coordinador del programa de mejoras de la Villa 31 del gobierno de la ciudad, "la intervención tiene como fin contener los frecuentes elementos que se desprenden de los vehículos que circulan por la autopista, como también evitar la circulación de personas, con el enorme riesgo que ello implica".

Sin embargo, esa intervención de seguridad no se planteó nunca para ninguna de las otras autopistas que atraviesan parques, colegios, calles y veredas de la Ciudad.

La obra, dice el funcionario, responde al paradigma del gobierno porteño, que pregona una ciudad más verde y sustentable, haciendo hincapié en la estética que tendrá la autopista cuando estén instalados los canteros verdes y las flores.

"El hecho de que la villa no esté urbanizada hace que de por sí haya poca ventilación entre las casas. Si a eso le sumás una capa de acero que no va a permitir el paso de la luz, la situación podría empeorar. Creo que hay obras más importantes por hacerse en este barrio", dijo César Sanabria, referente de la Villa 31 y estudiante de arquitectura.

Según los detalles de la obra, se relocalizarán los tanques de agua que sobresalen de la línea de la autopista, para que queden dentro de la malla de cables. Además, la construcción de las terrazas que hoy están por encima de la línea del cableado de acero deberá suspenderse.

Virginia González Gass, legisladora del Partido Socialista y miembro de la Comisión de Políticas de Promoción e Integración Social, agregó: "En vez de trabajar por la urbanización, el PRO se dedica, siempre, a separar a los pobres de los ricos. El macrismo hace eso: esconder lo feo y exponer lo bello".

La iniciativa viene a acompañar una primera medida similar, que fue la instalación de una reja de dos metros de alto que separa la autopista de la villa a lo largo de 550 metros, sobre el borde derecho en sentido al centro.