Es una combinación letal de factores que como siempre le complican la vida a los consumidores, sobre todo tratándose de un producto de primera necesidad como lo es la leche. El último año, el sachet de leche -la presentación más económica- aumentó por encima del 50%, según la Dirección de Estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires, y alcanzó en febrero un precio promedio de 32,52 pesos.

La Serenísima tiene un “alimento a base de yogur” que simula ser yogur a un precio más bajo. Otra firma llamada La Lácteo tiene un producto similar bajo la marca “Lactis”, que también utiliza para un alimento a base de leche. La Suipachense vende un sachet de leche que en realidad viene con un 70 % de leche y 30% de una mezcla de agua y lactosa, según detalló en su informe Alejandro Bercovich.

Por otro lado, gambeteando las garantías que prevé el programa Precios Cuidados, la cadena Disco entro otros locales limitó la venta de sachets de leche entera o descremada de la marca Armonía, a un litro por grupo familiar, cuando es obvio que el consumo es mucho mayor.

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Juan Amorín on Twitter

El resultado es la nula eficacia del programa de control de precios, ya que evita que el resto de los oferentes deban competir con el precio "testigo" que supone la camapaña.

Por un lado, la problemática de la escasa producción -productores hablan de dificultades climáticas- y la baja del consumo, llevó a las empresas productoras a reducir el nivel de oferta: al mismo tiempo, la crisis empuja a los consumidores a consumir las variantes de menor calidad pero que compiten en precio, a pesar de la trampa marketinera en el packaging.

Leche rebajada, yogur que no es yogur y queso rallado que no es queso rallado