De estafador megalómano a personaje pintoresco tomado para el chiste, el derrotero de Leonardo Cositorto continúa su periplo descendente.

Buscando la forma de llevar su caso hacia un lugar distinto del que se lo acusa -de un simple estafador-, el creador del megaemprendimiento piramidal Generación Zoe intenta incursionar en la política con las mismas armas con las que aglutinó a sus seguidores, por medio de la seducción de un futuro prometedor.

Su problema es que está en la cárcel y su espacio de maniobra es limitado, por lo que su apuesta es tan grande como la estrechez de su lugar, y lanzó una pregunta sobre qué modelo debería optar el país, poniendo como alternativa el suyo.