Le llegó el dato a la fiscal y accionó. La información de otro preso indicaba que Leonardo Cositorto quería que lo trasladaran de la cárcel de Bower, en Córdoba, a una clínica privada en la Ciudad de Buenos Aires para ser operado de unos nódulos, y que en ese viaje intentaría escaparse.

Pero como se le negó ese pedido, y la desesperación es mala consejera, el acusado de encabezar una estafa piramidal cayó víctima de su propia tela de araña.

Un compañero de celda se le acercó y le ofreció participar de una fuga masiva en helicóptero a cambio de cuarenta y cinco mil dólares que Cositorto depositó en la cuenta que se le indicó. 

Pero los días pasaban y el escape no sucedía, por lo que Cositorto entendió que había sido engañado, y para colmo las mismas autoridades del penal se enteraron de lo que ocurría y lo sancionaron impidiéndole salir al patio.