Joaquín Badoza rindió Finanzas, aprobó, y, al salir de la facultad de derecho de La Plata, su círculo cercano de familiares y amigos le dieron el tradicional saludo con huevos y harina: pero no fue un egresado más, Joaquín tiene apenas 20 años. 

Curiosamente, en la secundaria nunca llegó a ser abanderado, y sus sanciones por mala conducta bajaban su promedio. Él mismo se define como el "anti-estudiante", porque no le gusta quedarse despierto estudiando a la noche. Sin embargo, cuando entró a la facultad todo cambió, tanto que metió 34 materias en 2 años y medio de carrera.

Entrevistado por LA NACION, el joven con promedio de 7.50 contó cuáles fueron sus verdaderas dificultades: "Es un caos cursar en la facultad. Tenés que anotarte, salir sorteado y, si tuviste suerte de poder inscribirte, tenés que ver si podés ir a las materias, porque no tienen horario fijo, por lo que es imposible asistir si trabajás", aseguró.

"Con la modalidad libre, me organizaba mis horarios y adelantaba más materias. La gente no se suele inscribir así porque es más difícil, tenés que estudiar la materia completa, no sabés qué tema te va a tomar el profesor y hay personas que le tienen pánico a los exámenes que son orales", explicó.

"Si uno realiza toda la carrera en forma presencial, tarda más de cinco años por los sorteos, ya que hay cuatrimestres en los que no se te asigna ninguna materia, y también vas perdiendo las correlativas, lo que hace que te retrases", reconoció el abogado que incluso realizó una pasantía de 4 horas por día en el Senado de Buenos Aires. 

"Soy un estudiante normal. En época de parciales no salía a bailar a la noche, como cualquier persona que prioriza prepararse. Hubieron semanas complicadas, alguna noche me he quedado horas y horas estudiando, pero nunca me alejé de mis amigos", avisó antes de que lo llamaran 'cerebrito'.

"El miércoles pasado cuando me recibí me puse a pensar en los años de la carrera universitaria. Me di cuenta que siempre la hice a un ritmo en el que yo me sentía bien. No era un fanático, pero las materias me gustaban y el derecho me apasionaba, entonces no me molestaba estudiar", reflexionó.

Los objetivos que tiene Joaquín pasan por especializarse en derecho penal y administrativo, y en todos los ámbitos relacionados al derecho público, pero su verdadera ambición es llegar a ser juez de la Corte Suprema.