"La libertad de expresión y la libertad religiosa son derechos humanos fundamentales. Tenemos la obligación de hablar abiertamente, de tener esta libertad, pero sin ofender", aseveró el Pontífice en declaraciones a periodistas a bordo del avión que lo trasladaba desde Sri Lanka a Filipinas, adonde arribó hoy.

"No se pude provocar, no se puede insultar la fe de los demás. No puede burlarse de la fe. No se puede. "Cada religión tiene dignidad, cualquier religión que respeta la vida y la persona, y yo no puedo burlarme. Y este es un límite", afirmó.

"Creo que los dos son derechos humanos fundamentales, tanto la libertad religiosa, como la libertad de expresión. No se puede ofender, hacer la guerra o asesinar en nombre de la propia religión o en nombre de Dios", reiteró el Papa.

"También nosotros hemos sido pecadores, pero no se puede asesinar en nombre de Dios", admitió sobre el pasado de la Iglesia y su participación en conflictos armados que tuvieron miles de muertes.

Un ejemplo bastante polémico

Bergoglio eligió una situación cotidiana, sin embargo no previó que sus palabras 'justificaban' de alguna manera la acción terrorista: "Si Gasbarri (uno de sus colaboradores), gran amigo, dice una mala palabra de mi madre, puede esperarse un puñetazo. ¡Es normal!", aseguró.

"Puse este ejemplo (...) para decir que en esto de la libertad de expresión hay límites, como con lo que dije de mi madre", dijo Francisco.

Para tratar de dejar en claro su concepto, consideró que "hay un desequilibrio humano" detrás de todo atentado suicida y que quienes los cometen carecen de "un verdadero equilibrio sobre el sentido de su vida y la de los demás".

"Ofrecen su vida, pero no por el bien", aclaró el Sumo Pontífice para marcar la diferencia con los misioneros, que "dan la vida, pero para construir", mientras que quien se inmola "da la vida, para destruir".