El móvil en la playa siempre es, al menos para las feministas, incómodo. La cámara se centra en los cuerpos de las mujeres como si fueran adornos y al parecer es difícil que un notero se escape de esa lógica.

El periodista empieza a pedir que piropeen a una chica en el medio de un juego, y un señor que se encuentra detrás, tira una animalada.