Entre las historias que describen el origen de la costumbre, la más difundida se remonta al siglo VIII: San Bonifacio, quien había sido enviado a Germania para convertir a los paganos, vio que ellos invocaban a sus dioses bajo los árboles y allí les dejaban presentes.

En una noche de Navidad, los germanos se disponían a sacrificar a un niño debajo de un árbol y Bonifacio se llenó de furia, cortó el tronco y de sus raíces surgió un pino y él lo interpretó como una señal de su fe cristiana. De este modo salvó al niño y esto produjo una conversión masiva.

Recién en el siglo XVI se empezaron a colocar los árboles de Navidad dentro de los hogares, y luego Gran Bretaña adoptó la idea, más tarde los Estados Unidos y de ahí hacia América Latina.

Desde la mirada actual, en Argentina llevamos más de 200 años reproduciendo la costumbre, ya que el primer "arbolito de navidad" se armó en 1807 y lo hizo un irlandés. Este hombre, recordando la tradición de su país, decoró un pino en una plaza.

La decoración y su significado

La decoración varía según las distintas culturas: mientras que en Argentina se estilan las bolas de colores, guirnaldas y luces, en China se usan naranjos que significan "Felicidad". Sin embargo, en los países nórdicos, se utilizan ángeles y duendes, mientras que en Japón se estilan los sonajeros y adornos de papel.

Son varias las leyendas que cuentan el porqué de la fecha: la nórdica explica que la sociedad Celta solía adorar con un árbol –todos los 8 de diciembre de cada año- el nacimiento de Frey, dios del sol y la fertilidad.

Con la llegada del cristianismo, tal celebración se ajustó al nacimiento de Cristo. El árbol original representaba para el cristianismo el amor de Dios y la vida eterna, mientras que su forma simbolizó la Santísima Trinidad.

Lo que hoy son los adornitos o bolas de colores, originalmente eran manzanas que recuerdan el paraíso donde Adán y Eva cometieron el pecado original, según la Biblia.

Las lucecitas de colores fueron en su momento velas que simbolizaban la luz de Cristo, así como los lazos representaban la unión de las familias y personas queridas.

El arbolito significa también el Universo, la prosperidad, la vida, siembra y cosecha. Se estima que en Belén, la gente ponía en el árbol algún objeto preciado a modo de obtener buenas compensaciones para el año entrante.