Ernesto Guevara, El “Che”, El guerrillero rosarino que combatió junto a los hermanos Castro en  Sierra Maestra y contribuyó al derrocamiento del dictador cubano Fulgencio Batista, no sólo quedó inmortalizado por una estratégica foto de Alberto Korda en el que se lo ve erguido, serio, con una boina negra  y una mirada penetrante.

“Hasta la Victoria Siempre”, la salutación con la que se despidió del pueblo cubano en 1965, también lo enraizó para eternamente en el corazón de los suyos.

Sin embargo, y a casi medio siglo de aquel acontecimiento,  aun permanece latente el misterio acerca de cómo se construyó el popular saludo. En ese marco, no es peyorativo afirmar que fue Fidel, sin proponérselo, el que lacró el destino del mismo al modificar el ordenamiento de las palabras finales.

En 1965, y ante los incesantes rumores sobre el paradero del “Che”, Fidel Castro decidió leer públicamente la misiva que su compañero de armas le había dejado antes de abandonar la isla.

El manuscrito, en el que Guevara hace referencia a que otras tierras del mundo reclamaban el concurso de sus esfuerzos, finaliza con su firma y la frase: “Hasta la Victoria. Siempre, Patria o Muerte”. Sin embargo, en su alocución, Fidel cambió la puntuación y con ella el sentido del saludo.

“Desde el lejano Congo, ‘El Che’ escucha la lectura de la carta. Se sorprende cuando al concluir Fidel lee: ‘Hasta la Victoria Siempre’. El ha escrito: Hasta la Victoria. Siempre, Patria o Muerte”, afirma Tristán Bauer en su documental “Che, un hombre nuevo”.

Una “s” mal interpretada y un punto ortográfico olvidado en la carta firmada por Guevara en 1965, fueron la génesis de un saludo que se convirtió en un símbolo tan universal como su figura revolucionaria.