Mauricio Macri dio a conocer su plan de reformas que tiene planeado para estos próximos dos años, en medio de una gran incertidumbre por parte de los sectores populares a un Gobierno que utiliza la deuda, el ajuste y la quita de derechos como una política de estado.

Luego de un comienzo del discurso más repleto de palabras marketineras -como de costumbre- que de políticas concretas, donde habló de "empezar un nuevo tiempo"; "terminar con la pobreza"; "decir la verdad" y muchas otras ideas vacías, Macri avanzó con los tres ejes fundamentales para su reforma.

Luego de vaticinar: "Es ahora o nunca", marcó como primer tópico a la "responsabilidad fiscal, inflación e impuestos"; en segundo lugar "favorecer el empleo"; y por último "república y calidad institucional". Aunque pasó por alto -casi poniéndolos en segundo lugar- a las materias de salud y educación, como caballos de batalla para reducir la pobreza. 

Pero no. Para el presidente es fundamental dar más poder a las empresas y llegar al "superávit de las cuentas públicas": esto quiere decir, más aumentos y menos subsidios. Además, marcó que esta "nueva relación fiscal" se tendrá que dar entre el Gobierno Nacional y las Provincias.

En este primer eje, habló de los "esfuerzos" para reducir el "gasto público" y se sinceró: "No nos gusta endeudarnos, pero menos mentirnos". A esto se refería también con la inflación, la cual según el presidente, impide la "competencia" y "lastima la inversión". Siempre, todo, apuntado al sector privado como la salvación de la Argentina y la posibilidad de llegar a la tan publicitada "pobreza cero".

En este primer tópico también entró una "reforma tributaria", que debe ser cuestionada viviendo del hombre que -ni bien asumió- quitó las retenciones de los grandes sectores empresarios y generó una transferencia de recursos sin precedentes. Según Macri, este mismo miércoles presentarán una "nueva propuesta" al respecto.

Por úlimo, pero no menos importante, se refirió a las jubilaciones con otra polémica, subir las edades jubilatorias de muchos argentinos, ya que el presidente busca un nuevo sistema previsional: "Esconde inequidades, no es sustentable, algunos no deberían poder jubilarse a los 50 años". 

En el segundo tópico, Macri trató lo relacionado al empleo privado (evidentemente la parte que más lo excita) y dijo querer "fortalecerlo" con "iniciativas orientadas a la formalización de trabajo no declarado, con capacitación y nuevas formas de contratación". 

Pero aquí vuelve otro concepto neoliberal y que va en detrimento de los derechos laborales: combatir los excesos de litigiosidad, ¿qué significa esto? reducir los juicios laborales otorgándole, obviamente, un mayor poder a las patronales ante la denuncia de un trabajador. Según el mandatario: "Uno de los principales enemigos de la creación de trabajo son las mafias de los juicios laborales".

En este mismo sentido, Macri incitó a los gobernadores a apoyar la nueva ley de art (a la cual solo adhirieron dos distritos, Buenos Aires y Córdoba) porque afirmó que "las empresas no pueden competir si no cuentan con las condiciones necesarias".

Habló mucho de la defensa de esta "competencia" una de las bases de su sistema económico que se diferencia de la presencia del Estado, y dijo que las empresas tienen que concentrarse en producir e innovar. En este caso habló de las PYME (unos de los sectores más golpeados por los aumentos) y dijo de reducir los trámites burocráticos de los empresarios con "normas llenas de vueltas". "Competir quiere decir seducir al mundo, no podemos seguir creyendo que podemos vivir solo de lo nuestro, tenemos que convertirnos en un país exportador", dijo.

El tercer eje, quizá con menos contenido que nos anteriores, se basó en la "democracia republicana" de los argentinos, con "instituciones respetadas" y una modernización del Estado: quizá lo más interesante de esta parte. Allí habló de una mayor confianza en la justicia que trate a todos por igual. 

Sobre el final Macri dejó algunos conceptos fuertes y polémicos. Habló del -para él- ridículo aumento de las Universidades, que no se condice con las tasas de graduación o de ingreso por matrícula. 

Apuntó contra los sindicatos -otro punto que era esperabl de su gestión- a los que acusó de tener 240 obras sociales que solo representan al 30% de los trabajadores, y de ser parte de un sistema desigual. "No puede ser que hayan 3.000 sindicatos en la Argentina, necesitamos organizaciones fuertes y transparentes", lanzó ante la mirada de muchos gremialistas presentes. 

Y como cierre final, antes de marcar la "línea de austeridad para lo que viene", habló de reformar el sistema institucional político que "quedó en el pasado". A esto se refiere de cómo se organizan los partidos y las elecciones (se sabe que quiere eliminar los comicios de medio término y también instalar el polémico y frágil voto electrónico). "Las reformas implican que cada uno tengamos que ceder un poco", finalizó.