El día que dieron la clase de comprensión de texto, Laura Di Marco faltó. O se le olvidó cómo era, sino no hay una explicación acerca de interpretar la frase de Máximo Kirchner, sosteniendo que “tenemos que tener la polenta necesaria” como una “confesión” de no haber cumplido la promesa del asado.

Con la firme decisión de que se la considere una mente lúcida que tiene la mirada sobre lo que los demás no percibieron, Di Marco viene de protagonizar un papelón con su teoría de “la teta buena y la teta mala”.

Y ahora bajó un peldaño más en la escalera de la vergüenza ajena.

Tweet de Gustavo Noriega