El primer satélite geoestacionario latinoamericano de telecomunicaciones, Arsat-1, fue lanzado con éxito y ya viaja rumbo al espacio. Dicho satélite brindará servicios de televisión directa al hogar, acceso a Internet con recepción en antenas Vsat y telefoní­a IP a todo el territorio nacional y países limítrofes.

El ministro de planificación federal Julio De Vido, presente en Guayana Francesa, en donde fue lanzado el satélite, sostuvo: "Quiero felicitar a todos los funcionarios, estamos deslumbrados por el despliegue tecnológico. Iniciamos un camino importante. Esta posibilidad se la debemos a una poplítica de estado implementada por el presidente Kirchner que hoy tiene su primer paso importante".

Para el evento, la jefa de Estado convocó al Salón de los Científicos, ubicado en el primer piso de la Casa Rosada, a miembros del gabinete nacional, legisladores, representantes del quehacer científico y aeroespacial e invitados especiales.

En septiembre, cuando el satélite fabricado por la empresa estatal Arsat comenzó su viaje desde Bariloche hacia la Guyana Francesa, Cristina calificó este suceso como "soberanía satelital". Arsat-1 es el primer satélite geoestacionario íntegramente diseñado, construido y testeado en el país.

En la previa, el presidente de Arsat, Matías Bianchi, destacó “la decisión estratégica tomada en 2006 para proteger las posiciones orbitales y también de hacerlo con satélites hechos en Argentina”.

Bianchi detalló que "la vida útil de un satélite se estima en 15 años, por eso los procesos de desarrollo son de largo plazo y en cada hito se hace una evaluación de cada componente del satélite y se define que elementos se desarrollan localmente y cuáles se importan, de acuerdo al impacto que puedan producir en la industria nacional y en el desarrollo soberano".

"Tenemos que ser capaces de aplicar todos los aprendizajes que deja este satélite al resto de los desarrollos tecnológicos argentinos", agregó.

Por su parte, el presidente de Invap, Horacio Osuna, resaltó el trabajo en equipo entre los distintos organismos para lograr “un hito más de un proceso de desarrollo tecnológico que tiene el país hace muchos años y con mucha fuerza en la última década”.

El proyecto Arsat-1 demandó 270 millones de dólares y permite que Argentina no perdiera la posición orbital 81, muy codiciada porque enfoca desde Estados Unidos hasta las Malvinas, y con el Reino Unido en espera en la Unión Internacional de Telecomunicaciones.