Alguna vez Osvaldo Bazán supo ser un periodista descontracturado y progre que militaba por los derechos del colectivo LGBT cuando pocos lo hacían en los grandes medios. Además, con ironía y conocimiento tenía una mirada aguda del mundo del espectáculo que lo distinguía.

Pero el tiempo pasa para todos, y lo rupturista de algún momento se convierte en su reverso, en una caricatura de sí mismo. Y hoy es una de las voces más representativas del pensamiento más conservador y retrógrado del país.

Por eso, se convirtió en un abanderado de la anticuarentena, subido al mismo palco de los bolsonaristas y cloroquinistas.

Anteriormente nos había dedicado un tuit similar:

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Su última batalla contra los molinos de viento es con DR, donde parece haber encontrado un rival de su tamaño. Es que los otros le quedaban grande.