Alguna vez, ni tan lejos ni hace tanto tiempo, Graciela Fernández Meijide supo encarnar las ansias progresistas de cambio tras sucesivos gobiernos menemistas. Pero junto a Fernando de la Rúa y otros ‘progres’, el cambio acabó en catástrofe.

Hoy, quizá producto de aquel desbarranque monumental, la exintegrante de la Conadep parece víctima de la inercia política que desató el final de su gobierno: se corre más a la derecha con cada día, con cada declaración. Más derechista o, dicho de otro modo, más macrista.

Ahora, para defender al gobierno de Maurico Macri, critica duramente a los organismos de derechos humanos que achacan al Estado la responsabilidad de la desaparición de Santiago Maldonado; como si no tuviera la responsabilidad de proteger a los ciudadanos, más aún contra fuerzas de seguridad como la Gendarmería, sobre la cual caen todas las sospechas.

En distintas entrevistas radiales, apuntó a Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo, a las Madres de Plaza de Mayo y al premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, quienes responsabilizan al gobierno por la desaparición de Maldonado y reclaman su aparición con vida.

Incluso, Fernández Meijide hace alarde de haber vivido en un ‘taper’ durante los últimos lustros: "Cuando se murieron Kosteki y Santillán, nadie dijo que era obra del gobierno de Duhalde; se identificó al responsable y punto. Cuando murió Mariano Ferreyra, nadie dijo que era obra del gobierno de Néstor Kirchner; tampoco cuando desapareció Julio López", dijo.

Y en coincidencia con Macri y sus funcionarios, criticó la “utilización política” del caso, además de señalar que la Gendarmería “está integrada por hombres que son falibles, están entrenados para reprimir y podría habérsele ido de las manos a alguien…”

Para Lanata, vale recordar, Maldonado “tuvo un quilombo” con Gendarmería; para Meijide, a algún gendarme se le fue la mano… Dos definiciones que, más que de la situación, hablan de la catadura política y moral de ambos.