“Las acusaciones de Esmeralda Mitre contra el presidente de la DAIA desarman la falacia de un colectivo que dice estar preocupado (y trabajar) contra la discriminación: El paraguas estatutario, sustentado en un organismo que promueve los Derechos Humanos está en las antípodas del accionar de sus directivos, quienes sólo están interesados en pavonearse en los medios de comunicación, sacar ventajas económicas de sus momentáneas notoriedades televisivas y/o contribuir a la imposición de programas neoliberales funcionales a sus negocios particulares”, sostuvo Elbaum. 

“En el año 2010 Cohen Sabban era el tesorero de la DAIA, bajo la presidencia de Aldo Donzis, y se le exigió la renuncia –cosa que aceptó— luego de utilizar dinero de la institución para otros fines. Años después los 60 activistas que sufragan cada tres años lo designaron presidente de la DAIA. Por la misma época, Donzis fue denunciado por abuso sexual reiterado a su sobrina. La denunciante fue su hermana”, enfatizó el sociólogo en diálogo con el portal El Cohete a la Luna

“La DAIA nació en 1935 para luchar contra el nazi-fascismo, en auge en todo el mundo, y sus versiones locales, las ligas patrióticas y la Alianza Libertadora Nacionalista. En su periplo histórico tuvo luces y sombras hasta 1976. A partir de ese momento se consolidó un indudable desprecio a los familiares de los 1800 desaparecidos argentinos judíos que pedían desesperadamente ayuda. El berajismo de la década del ´90 supuso su climax menemista y un deterioro moral que llevó a Pasteur 633 a negarles legitimidad a los familiares de los asesinados en el atentado en 1994 y a ser parte de maniobras de encubrimiento junto a Galeano, el comisario Palacios y la SIDE”, añadió Elbaum.

“Lo sucedido con Esmeralda Mitre en inescindible del deterioro moral y político de esa institución, blindada detrás de una lucha (la Shoá) cuya memoria han constituido en un ritual vacío al servicio de intereses partidarios: Claudio Avruj, ex director de la DAIA, desdibuja derechos humanos cuestionando los 30 mil desaparecids. Waldo Wolff, su ex vicepresidente, desfila por micrófonos y cámaras televisivas para defender republicanismos vacíos que humillan al estado de Derechos con asesinatos y presos políticos. Sergio Bergman utiliza como primer nombre su título rabínico para recorrer inscripciones políticas, desde Carrió a Blumberg, y recalar en el PRO sin respetar el más mínimo principio humanista aprendido con Marshal Meyer. Rubén Beraja, por su parte, se dedica a reservar butacas en Comodoro Py para escuchar querellas de Memoria Activa, APEMIA y la Asociación 18J donde lo señalan como co-responsable de turbios manejos dispuestos a ocultar la verdad de lo sucedido el 18 de julio de 1994″, concluyó Elbaum.