La ley de Alquileres fue una mala idea pero realizada, que solo trajo confusión y deterioró el mercado en las ciudades donde hay mayor demanda.

Consultado al respecto y fiel a su ideario libertario, el presidente electo lanzó al aire la idea de que cualquiera puede negociar el alquiler de una propiedad en la moneda que desee, dolarizando de hecho ese rubro, que en gran medida ya lo está.

Esto enfrentó a las panelistas de Duro que se encontraron en las antípodas frente al tratamiento del tema.