La imagen de Patricia Bullrich se ha ido desdibujando con el correr de la campaña. De la candidata que pisó fuerte en la interna de su espacio con ideas fuerza que calaban mejor en su electorado, mostrando firmeza y decisión, pasó a enredarse con sus propuestas económicas, perdiendo confianza, para terminar con mensajes cada vez menos entendibles.

Si hay un terreno amigo para ir a lucirse para los cambiemitas ese es el canal de noticias del Grupo Clarín, donde se suele tratar con especial cuidado a los dirigentes amarillos, pero ni ahí pudo desplegar un discurso que le permitiera destacarse.

Ante un estupefacto Diego Sehinkman, Patricia Bullrich se lanzó campo traviesa a recitar una especie de mantra new age sobre el nuevo tiempo que alumbrará su llegada al poder sin que quede claro a qué se refería.

Y Sehinkman en vez de ayudarla a salir del atolladero o pasarlo por alto, la dejó en evidencia.