El mundo de las tablas suele confundir a propios y extraños. A los primeros porque creen que la popularidad y las luces los habilitan a cargos que están más allá de sus posibilidades, y a los otros porque se dejan encandilar por las las marquesinas del espectáculo.

De allí es que figuras como Amalia Granata o Sol Perez reciban propuestas para sumarse a espacios políticos con la intención de que sus presencias reconocidamente populares se transformen en intención de voto.