En este país mientras algunos empresarios iban presos los funcionarios del gobierno hacían esfuerzos sobrenaturales para esconder sus preferencias. En 2018 el país entró en colapso y las empresas endeudadas en dólares comenzaron a transitar el camino a la quiebra. Las cifras disponibles de esta compañía han excedido los cálculos de todos los expertos. La economía no es una ciencia exacta, pero la contabilidad es muy precisa y otorga todo lo necesario para analizar la evolución de una empresa. No está claro que pueda explicarse el notorio crecimiento de la deuda con el BNA, dado que las condiciones del contexto internacional y otros indicadores complementarios no iban en el mismo sentido. Nadie tomaba crédito para crecer en 2018. Muy pocos bancos privados tenían una escasa exposición con la empresa de marras. Un análisis más reposado parecería dar algunas explicaciones sobre el caso. El Gobierno debería mostrar los números.

Estatizar deuda privada como se hizo en 1982 no será una opción-como lo ha sido-, ni el Estado resiste más  apropiaciones de recursos públicos por parte del sector privado concentrado con dinero de los contribuyentes.

Una crisis terminal puede devenir en oportunidad estratégica. Tenemos que sumar toneladas, no perderlas. Hay que salvar empleos, y no permitir destrucción de riqueza. Una empresa que quiebra no vale nada. Hay que hacer cosas diferentes. Si la ciencia no desafiara al consenso todavía la tierra seria plana.

No se puede quedar bien con todo el mundo. Se puede explicar, pero no hay nada que hacer sobre el raciocinio del receptor para que entienda. Hace instantes se anunciaba el record máximo de muertos e infectados en CABA, al tiempo que los cacerolazos para que se termine la cuarentena estallaban incitados por los medios hegemónicos.

Existen muchas compañías de la industria nacional en dificultades financieras severas-antes de la pandemia-, agro exportadoras alimenticias con facturaciones portentosas. No se puede permitir que terminen en manos de bancos por ejecuciones, para luego ser revendidas a empresas multinacionales, con las cuales hemos competido por muchos años en forma eficiente y exitosa. Desconociendo lo que sucedió en términos de corrupción o “no corrupción”, en general es parte del daño que infringió un sistema político financiero perverso que destruyó la industria nacional, una vez más. A la crisis nacional se le sumó el coronavirus.

Si el Estado tuvo que hacer un “take over” para preservar el valor de la empresa y el empleo, es porque la empresa no encontró la solución por la vía privada y porque hay verdaderas razones que lo justifican. Un concurso preventivo puede terminar en quiebra, sobre todo si su la calificación de conducta es fraudulenta. Este podría ser el leading case, punta de lanza para evitar destrucción de riqueza.

En el sector alimenticio es donde la Argentina posee ventajas comparativas. Las empresas del sector extranjeras y nacionales solían ser muy prósperas. El Gobierno no puede permitir que se pierda el ingreso de dólares genuinos, mientras hace pie para analizar la influencia de los precios de la cadena alimenticia en la inflación. Si el Estado es accionista de una empresa-como en otras partes del mundo-no necesita realizar regulaciones odiosas para el capital privado, simplemente puede sentarse “como par” cuando se discute. Puede ayudar a orientar precios en un mercado interno complicado e  indócil que no le encuentra la vuelta hace décadas.

Hoy existen muchas razones para intervenir. Dejaremos las del derecho penal de lado. Una de ellas es que Vicentin le debe mucho dinero al Estado y a los bancos nacionales. Si las capturan los bancos privados la van a desguazar y revender a multinacionales cuyas regalías y dividendos se envían al exterior.

Desde hoy los trabajadores de Vicentin evitan la zozobra de perder sus empleos, en medio de una crisis mundial de dimensiones desconocidas.

Para evitar la quiebra se necesita capitalizar una parte de la deuda y reestructurar otra. Para esto los bancos privados pueden darle plazo al Estado-así evitan previsionar las eventuales pérdidas, castigando sus balances-. Las entidades financieras privadas ahora pueden asegurarse la recuperación de los préstamos, librándose de una actividad que desconocen. De esta forma, el Estado garantiza y visualiza el potencial del complejo oleaginoso. Protección de la industria nacional y trabajo argentino.

Es hora de exportar botellas de aceite y tapitas hechas por la industria metalúrgica, en lugar de vender aceite a granel y bicicletear los dólares de la prefinanciación de exportaciones. Gran oportunidad para seguir atentos la disminución de la dependencia de los oligopolios y las multinacionales. La materia prima de los alimentos es Argentina.

Este diario esbozo la propuesta. La quiebra no tenia porque suceder. Los tiempos de la política y la pandemia, marcaron el ritmo.

Hablamos de diferentes soluciones: capitalización de deudas del Banco de la Nación y Provincia-solución a dos puntas- y, salvataje con los bancos privados que refinancien sus deudas con cobro seguro. Salvarían miles de puestos de trabajo directos y otros miles en forma indirecta. Pueblo propio y aledaño viven de la actividad de esa empresa.

Un “Cramdown” tipo EE.UU. Reestructuración de deuda sustentable. Dijimos que el Estado debería realizar una propuesta para hacer viable un acuerdo de capitalización de deuda de la concursada o sustitución del capital empresario cesante y no un “subsidio por naufragio”.

Un salvataje de empresa posibilitaba futuros arribos de adquirentes del capital social, como consecuencia de haber logrado una solución con los acreedores de la concursada. La ley prevé un sistema. Si el salvataje no existiera, las empresas enfrentarían inexorablemente la quiebra. El actual Gobierno no podría ser funcional al plan de negocios gestado e implementado en el periodo anterior, que destruyendo empresas nacionales fomentaba para esta nueva etapa, nuevas privatizaciones y adquisiciones multinacionales.

Es obvio que la pobreza es un problema tan serio que se reunió a los mejores expertos para avanzar en el tema y salir con una gran propuesta. De la deuda y el dólar hablamos todo el día,  pero por ningún lado se habla de la recuperación del aparato productivo-semi destruido- que dejo Macri, ni del empleo. La pobreza es un problema que consiste en que la gente no tiene ingresos dignos y no los tiene porque no hay trabajo. Sin trabajo y producción la pobreza no baja y la deuda se podrá renegociar, pero nunca cancelar.