No quiero ponerme mesiánico, pero hay días en que uno le sale pensar que la verdad está cada vez más cerca. Y me refiero al caso de las cuentas de argentinos en Suiza -país serio- y cómo el club que conforman los grandes empresarios, los medios y sus mejores empleados salieron a defender su derecho a la propiedad.

Lo que este caso deja ver con claridad es cómo el periodismo opositor –junto con sus colaboradores reclutados de partidos de la oposición- salen con esforzados argumentos a negar lo que muy pocos argentinos ignoran: que a este país lo saquean desde hace largas décadas. Porque lo de la evasión impositiva es más un daño colateral que un fin en sí mismo. Para los dueños de la torta la evasión fiscal o el lavado de dinero es nada más que la consecuencia de una filosofía, la filosofía del saqueo, la idea de que este país sirve para hacer guita y llevarselá, pero no para invertir guita en él y menos para guardarla acá. Y la gente común lo sabe, lo sabe desde antes de la llegada del kirchnerismo al gobierno. Lo sabe desde antes de la explosión de la militancia, lo sabe desde antes de la recuperación de la política: lo sabe sin necesidad del kirchnerismo que vino a discutir y a sacar la mugre escondida históricamente. Y es que este comportamiento de nuestra clase empresaria es conocido por todos desde antes, no tiene la novedad del comportamiento mediático que sorprendió a muchos. Que la guita se la llevan lo sabíamos todos. Sólo nos faltaban las pruebas y un gobierno con la voluntad para meterse con los tienen la sartén por el mango, y el mango también –como decía la vieja canción.

Por eso es un espectáculo digno de verse, como para sentarse tranquilo con un mate y mirar qué hacen los periodistas a los que ahora les toca –y asumen con convicción- el papel del “cleaner”, ese personaje de Tarantino que llega a la escena del crimen para hacer desaparecer las pruebas. Porque en este caso no les va a ser sencillo hacerle creer a la gente que las cuentas en Suiza de los empresarios poderosos son un invento del gobierno. Si según Tenembaum es un carpetazo, si según Ventura es para meter miedo, si según Kohan es un cuento, si según Alfano el HSBC es bueno, y si para Lanata es la manera que tiene esta pobre gente para defender sus ahorros, no les será fácil que su público lo repita. Es que “Everybody knows”, muchachos, y le dejo esta cita cool como son ustedes.

Con las cuentas del HSBC se abre una puerta que todos sabíamos que existía aunque nadie se animara a abrirla. La puerta al país saqueado desde su más tierna infancia.

Yo les aconsejaría que no gasten energías en esto. Que les va a rendir más mentir que Bonadío es maravilloso, que Lázaro Báez es el demonio, que Cristina se robó hasta las canillas de Olivos, que Boudou es Charles Manson, que Kiciloff no tiene 7º grado, que los jueces son independientes, y que Massa es la esperanza de un país normal. Lo que quieran, pero la operación de las cuentas en Suiza la llevan perdida de entrada. Preocúpense. Sean más ingeniosos.

Acá tenemos otra vez a la vista de todos el gran escenario argentino. Como el kirchnerismo nos tiene acostumbrados, es otra invitación a hacernos cargo. Acá tienen el problema, acá están los actores del drama: los saqueadores, los jueces, las fuerzas políticas, las fuerzas mediáticas, el pueblo. De estos actores, los saqueadores y el pueblo conocen perfectamente sus papeles y son los interesados: victimarios y víctimas. Los saqueadores harán lobby como es su costumbre, y el pueblo debería hacer lo mismo. El lobby del pueblo que se hace en la calle, reclamando y exigiendo que no le roben el país ni le mientan más.

Pero yo sé que los periodistas no me van a escuchar. Ellos vienen de reclamarle a un juez que le impida al Estado cumplir con la ley. Están perdidos y alienados. Tan importantes son sus egos que han decidido destruir cualquier cosa capaz de discutirles su supremacía simbólica. Y son peligrosos como los animales heridos, tan heridos en sus egos que engrosaron y lustraron durante años que hoy ya no dudan en incendiar todo el alfabeto para quemar la letra k. Qué útiles resultan en ese estado a los intereses de los responsables del saqueo.