Como pasa en las exposiciones caninas, las elecciones políticas son el marco para la escenificación de las distintas vertientes, mestizajes y cruzas. Es fácil distinguir las diferencias étnicas entre perros. Ya que un salchicha, un labrador, un caniche y un galgo solo tienen iguales el número de patas. Pero la distinción se hace más dificultosa cuando se trata de perros de la misma raza, pero de disímiles orígenes geográficos,  cruzamientos, alimentación y crianza. Se dice que hay más variedades de caniche que variedades de rellenos de empanada. Si hasta hay  “manto negro” de Alemania del Este y del Oeste y también otros británico y de Transilvania. Todos manto negro. Cómo no va a haber en  un mismo partido de raza popular ejemplares que exigen caricias y otros que al contrario provocan reprimendas. Y militantes que se autoproclaman fundadores y militantes más mudantes y evanescentes. Como existen perros caseros. Y además perros tránsfugas siempre dispuestos a escaparse.

Pero lo que pasa con las razas puras y controladas no pasa con las impuras y callejeras. A los mestizajes azarosos y vagabundos descontrolados se los califica de “aleatorios”. No participan de exposiciones caninas; pero sí participan de elecciones políticas.

La nueva raza kirchnerista-peronista está revelando la discusión entre sus variados cruzamientos de igual origen genético aunque cada uno de distinto desarrollo y crianza. Hay kirchneristas-peronistas combinados armónicamente por partes iguales. Pero también los hay con más proporción peronista. Y los hay al contrario, solamente kirchneristas. Entre ambos se recelan y en las preliminares de las urnas se distancian. Entre los unos y los otros hay cruzas que consiguen ejemplares de carácter más amigable o más hostil o más dócil. O capaces de irse con el primero que lo domine. Y hasta hay algunas manadas que imponen su arrogancia a otras manadas más simplonas y aquiescentes. Es que una misma raza no quiere decir una misma razón partidaria. Joden los quisquillosos y joden los resignados. Se antagonizan y se ladran. Y algunos amenazan morderse. De a ratos parecen enemigos de razas adversas entre sí. No exageren. El proyecto es el plato de donde no hay que sacar los ideales.

Por suerte, entre los perros, está la llamada raza “aleatoria”; la callejera, la que se mestiza en libre albedrío pasional. Esta, cuando es kirchnerista-peronista, no se plantea si hace el amor con un o una ejemplar de paladar negro o de paladar plebeyo. El kircherismo-peronista es más simple que abstruso Cuando se apasiona, se apasiona con el corazón, la cabeza y el cuerpo. Y ése es su valor ancestral. La raza- más genuinamente nacional que la del dogo- contiene subrazas y variaciones.  Si es hembra elige quién se la pone, antes que en discriminar su deseo por presunción de incapacidad pasional.  

Y si es macho se fija más en dónde la mete, que de donde tiene que sacarla.

Si todo es tan claro para qué oscurecerlo.