En sus orígenes, y específicamente en Argentina, el periodismo fue pensado en términos de independencia de los poderes fácticos, pero nunca desde una independencia individual, alejado del contexto que lo rodea. El periodista era (y es) un actor político en la sociedad de la que forma parte.

Periodismo Liberal

Fundado por la Primera Junta  de Gobierno, y días después de la Revolución de Mayo, La Gazeta se convierte en el primer periódico de nuestro país. Ya desde el vamos, surge como herramienta para comunicar las acciones gubernamentales y las ideas de “Libertad, Igualdad, Fraternidad” que provenían de la Revolución Francesa en un territorio que comenzaba a dejar de ser colonia de España.

Aquél periodista es un sujeto atravesado por las ideas liberales, un sujeto racional que emerge de la ruptura de los Antiguos Imperios ante la aparición de Estados Modernos, la independencia de los pueblos y la consolidación de un sistema económico: El Capitalismo. El periodismo surge como herramienta comunicacional de las acciones de gobierno.  Pronto cada facción partidaria generará su propio periódico para confrontar sus ideas políticas de cara a la sociedad.

El director de La Gazeta no era el CEO de una corporación sino un periodista, abogado y político comprometido con su tiempo, Mariano Moreno.

Periodismo Neoliberal

El modelo económico y cultural del Neoliberalismo se instala en la Argentina con el golpe militar de 1976. Se instala a sangre y fuego  con la desaparición de 30 mil argentinos que resistían aquellas políticas. El periodismo no iba a ser la excepción.

Rodolfo Walsh, ejemplo del periodista independiente, comprometido, militante, es asesinado mientras difundía su “Carta Abierta a la Junta Militar”, no desde el “prime time” de la televisión, ni desde las tapas de los diarios, sino desde la clandestinidad. Con el asesinato de Rodolfo Walsh, el periodismo es herido de muerte.

Los grupos económicos, en sociedad con la dictadura militar, adquieren medios de comunicación. El caso Papel Prensa es paradigmático: Clarín, La Nación y La Razón, asociados al régimen genocida, adquieren la mayor empresa de producción de papel de diario condicionando al resto de los periódicos.

Al adquirir medios de comunicación, los grupos económicos devienen en Poder Fáctico, moldean de cara a la sociedad un discurso acorde a sus propios intereses. Los periodistas “independientes” serán así herramientas fundamentales. De esta manera el Poder Político terminará por subordinarse al Poder Económico que cuenta ahora con un nuevo sujeto moldeado a imagen y semejanza de estos intereses: la opinión pública. O dicho de otro modo: La gente.

Durante la década del 90, y en pleno auge del neoliberalismo, el poder político fue hegemonizado (o cooptado) por el poder económico en sus primeros años vía privatización de servicios públicos pero también de canales de televisión y emisoras de radio. En tanto el poder político fue funcional a los intereses del Poder Económico el periodismo emergió como una suerte de fiscal frente a una dirigencia política que se iba deslegitimando ante la sociedad mediante la aplicación de políticas de ajuste económico y represión policial que sólo beneficiaría a… el poder fáctico.

Mientras más deslegitimada estaba la clase dirigente mayor representatividad cobraba el periodismo que los denunciaba. Dicho periodismo, emergente del neoliberalismo, se presentaba ante la sociedad como “objetivo”, “neutral”, “independiente”. Demostrando la independencia de un poder político deslegitimado se ocultaba la dependencia a los grandes grupos económicos que habían adquirido medios de comunicación durante los primeros años de privatizaciones.

Un ejemplo de esto lo da Hector Magnetto, CEO del Grupo Clarín, quien le expresara a José Pirillo, dueño del diario La Razón y ex socio en Papel Prensa:

"Los diarios duran cien años, los gobiernos seis" (antes de la reforma constitucional de 1994 los períodos presidenciales duraban 6 años) "...Los dos primeros años hay que sacarles todo, los segundos dos años hay que golpearlos para seguir sacándoles y los terceros dos años hay que voltearlos para que venga otro…”

De Walsh a Lanata: El triunfo del neoliberalismo

No quiero ensañarme ni subestimar la inteligencia del Neoliberalismo pero encuentro en Luis Majul a uno de sus máximos exponentes dentro del periodismo-espectáculo, otro gran valuarte es Jorge Lanata quien luego de fundar y fundir el diario Crítica reconoció públicamente cómo funciona la trama del capital: “Quien estaba asociado a nosotros era Antonio Mata, quien alguna vez fue acusado del vaciamiento de Aerolíneas, por supuesto conocíamos esto antes de asociarnos con él. Él nos dio su versión del asunto y elegimos creerle. Necesitábamos alguien que pusiera la plata. Primero busqué a la Madre Teresa pero no la encontré porque le daba ocupado el teléfono. Después fui a la UNICEF pero nadie tenía. El que apareció con la guita fue Mata”. Al poco tiempo Mata fue condenado por la Justicia española y el Diario Crítica dejó a cientos de trabajadores en la calle.

El periodista neoliberal es un periodista que busca “la verdad”, es un sujeto que se presenta como “apolítico”, “independiente” y “neutral” exacerbando su perfil crítico ante el poder político. Prefiere omitir su dependencia y parcialidad ante los intereses de los grandes grupos económicos que le otorgan un horario “prime time” en sus pantallas de televisión.

Paradojas del destino, quizá por esto Luis Majul tuvo que rechazar el subsidio de 300 mil pesos que acordó con el Gobierno de Santa Fé por su muestra “De Walsh a Lanata”. Dicho subsidio se hizo público al aparecer en el boletín oficial, y un Majul desencajado, no tuvo mejor idea que negar absolutamente todo. Esas cuestiones, evidentemente, se manejan de espaldas a la sociedad mediante pauta publicitaria o entrevistas pactadas cuyo reintegro no sea público.

Uno de los grandes triunfos culturales del neoliberalismo es haber enaltecido el “self-made man”, un hombre exitoso que se hace a sí mismo sin la ayuda de nadie, sin un contexto que le brinde las posibilidades de desarrollarse, y mucho menos si quien interviene en dicho desarrollo es el Estado. La empresa privada y el libre mercado es el campo de batalla donde el hombre es el lobo del hombre y sólo sobrevive el más fuerte.  Este sujeto descree de la política como herramienta de transformación social para reducir las desigualdades y suele ser permeable al discurso de los grandes medios de comunicación bajo las aparentes formas del sentido común. Un sentido común configurado por los mismos poderes fácticos.

La Grieta

El conflicto por la aprobación de la ley 125 de retenciones móviles produjo, no sólo la pelea del Gobierno con el Grupo Clarín, sino el divorcio entre el Poder Político y el Poder Económico devenido en Poder Fáctico. Ante este panorama emergió un nuevo sujeto al que se descalificó como “Periodista Militante”, una especie de mercenario desideologizado que defiende al gobierno por encargo. El programa insignia de este tipo de periodismo es 678.

El  “periodista militante”, sin embargo, no sería otro individuo también atravesado por el neoliberalismo, salvo que a excepción del “periodista independiente”, asume una posición crítica y clara de defensa de políticas de gobierno que desafían al poder fáctico, poder que se legitima mediante la deslegitimación de la clase política como ya hemos dicho. El “periodista militante” no se presenta como “independiente”, como parte de la sociedad asume un rol de comunicador, de sujeto político dentro de la misma, e intenta, con menor o mayor claridad, exponer los argumentos que defiende. No busca “la verdad” como algo que se pueda encontrar allí afuera en estado puro, expone su verdad relativa y la confronta con las demás verdades relativas.

En los últimos años en Argentina se ha instalado la idea de una “grieta” en la sociedad y creo que efectivamente eso ha ocurrido. Atravesados por la lógica neoliberal, se generó una grieta entre sujetos que cuestionan al poder económico y sujetos que cuestionan al poder político. De un lado los “militantes” del otro lado los “independientes”, y en el medio sujetos oscilantes.

El independiente Luis Majul, desde el independiente espacio televisivo que le otorga el independiente Canal América no ha perdido oportunidad de preguntarles a todos los candidatos presidenciales si va a eliminar a 678 de la televisión pública.

Tampoco es un dato menor haber escuchado durante el debate presidencial a Mauricio Macri decirle a Daniel Scioli: “¿en qué te has transformado? Pareces una panelista de 678”. Toda una definición política sobre la libertad de expresión que pretende el poder fáctico.

Desde un extremo al otro, todos, aunque nos asumamos “independientes”, somos sujetos políticos que por acción u omisión participamos de la construcción social y la disputa del sentido con intereses en juego. No hacerse cargo de pensar estas cuestiones y no actuar en consecuencia es dejar este asunto en manos de un otro.

En definitiva, no hay grandes diferencias entre un periodista “militante” y un periodista “independiente” salvo la manera en la que se presentan ante la sociedad. Ambos son/somos emergentes sociales que disputan sentido con menor o mayor honestidad.

Bienvenido el debate, siempre. Se escriba desde donde se escriba, que sea por convicción y nunca por conveniencia. Y que la discusión no sea sepultada si los poderes fácticos y el poder político vuelven a ser uno solo como puede volver a ocurrir.

Porque como diría el escritor, periodista, militante e independiente, Rodolfo Walsh: "Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante; y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra".